Mt 7, 6. 12-14 – Discurso evangélico: No profanar las cosas santas. La Regla de Oro. Los dos caminos
/ 19 junio, 2016 / San MateoTexto Bíblico
6 No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
12 Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.
13 Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.14 ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Orígenes, presbítero
Sobre el Éxodo: No dudes, por difícil que sea el camino
«¡Qué estrecho es el camino que conduce a la vida» (Mt 7,14)n. 5, 3
Veamos ahora qué se dice a continuación a Moisés, qué camino se le manda elegir... Quizá tú pensarás que el camino que Dios muestra es un camino llano y fácil, sin ninguna dificultad ni esfuerzo: no, es una subida, y una subida tortuosa. No es un camino descendente el que conduce a las virtudes, se trata de una ascensión, una angosta y difícil ascensión. Escucha al Señor cuando dice en el Evangelio: "El camino que conduce a la vida es estrecho y angosto". Observa, pues, qué consonancia hay entre el Evangelio y la Ley... ¿Acaso no es verdad que hasta los ciegos pueden ver claramente que la Ley y el Evangelio han sido escritos por uno y el mismo Espíritu?.
El camino por el que marchan es, por tanto, una subida tortuosa... Muestra que tanto en las obras como en la fe hay mucha dificultad y mucho esfuerzo. En efecto, a los que quieren obrar según Dios se les oponen muchas tentaciones, muchos estorbos. Así, te encontrarás en la fe con muchas cosas tortuosas, muchas preguntas, muchas objeciones de los herejes... Escucha lo que dice el Faraón al ver estas cosas: "Estos se equivocan". Para el Faraón, el que sigue a Dios se equivoca, porque, como ya hemos dicho, el camino de la sabiduría es tortuoso, tiene muchas curvas, muchas dificultades y muchas angosturas. De este modo, cuando confiesas que hay un solo Dios, y en la misma confesión afirmas que el Padre, el Hijo y el Espíritu son un solo Dios. ¡Cuán tortuoso, cuán inextricable parece esto a los infieles! Aún más, cuando dices que «el Señor de la majestad» fue crucificado (1 Co 2,8) y que el Hijo del hombre es «el que ha bajado del cielo» (Jn 3,13) ¡Cuán tortuosas y difíciles parecen estas cosas! El que las oye, si nos las oye con fe, dice que éstos se equivocan; pero tú mantente firme y no dudes de esta fe, sabiendo que Dios te muestra el camino de esta fe.
San Francisco de Sales, obispo
Conversaciones Espirituales: Ver la voluntad de Dios en la historia
«Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacérselo vosotros a ellos» (Mt 7,12)Espíritu de las Reglas. Tomo VI, 231
Cuando, como sucede con los religiosos, se tiene la obligación de seguir a la comunidad en todo lo que es de la perfecta observancia, he aquí un ejemplo de Jacob que es muy admirable y apto para demostrar que hay que acomodarse a los más débiles y frenar nuestras fuerzas para ponernos a su paso, sobre todo Jacob pues, volvía de la casa de su suegro Labán hacia su propia casa con todas sus mujeres, hijos, servidores y rebaños y en el camino se encontró con Esaú.
El pobre Jacob se asustó al verle, pues venía muy acompañado de gran tropa de soldados. Le saludó y vio que venía con afabilidad hacia él. Esaú dijo: hermano mío, ya que nos hemos encontrado, sigamos el viaje juntos y en compañía.
Pero Jacob respondió: Señor y mi hermano; os ruego comprendáis que no puede ser así. Porque voy con todos mis hijos, y sus pasitos cortos ejercitarían vuestra paciencia; yo estoy obligado y con gusto acomodo mis pasos a los suyos y lo mismo hacen mis servidores. Además, mis ovejas están recién paridas y los corderitos son tiernos y no pueden ir deprisa. También a ellos nos tenemos que acomodar y todo ello entorpecería tu camino.
Si queremos que el Señor bendiga nuestro caminar, sujetémonos a la observancia con toda sencillez, sin querer doblar los trabajos, ya que esto estaría en contra de la intención del Fundador.
Acomodémonos, de buena gana, con los más achacosos y os aseguro que no por ello llegaremos más tarde a la perfección, al contrario, eso mismo será lo que nos conduzca a ella más aprisa, pues al no tener mucho que hacer, lo haremos más perfectamente.
Y así es como nuestras obras agradan más a Dios, pues Él no tiene en cuenta la multiplicidad de cosas que hacemos por su amor, sino solamente el fervor de la caridad con que las hacemos.