Mt 7, 1-5 – Discurso evangélico: No juzgar
/ 19 junio, 2016 / San MateoTexto Bíblico
1 No juzguéis, para que no seáis juzgados.2 Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.3 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo?5 Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
San Juan Clímaco
La Santa Escala: ¿Cómo puede un condenado condenar?
«¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo?» (Mt 7,4)10º Escalón
He oído a algunos hablar mal de su prójimo, y les he reprendido. Para defenderse, estos obradores de mal han contestado: «¡Es por caridad y solicitud hacia ellos que hablamos así!». Pero yo les he contestado: Dejad de practicar semejante caridad, puesto que si no lo hacéis acusáis de mentiroso a aquel que ha dicho: «al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar... no los soportaré» (Sal 100,5). Si le amas, tal como dices, ora en secreto por él y no te burles de este hombre. Es esta la manera de amar que agrada al Señor; no pierdas esto de vista, y vigilarás cuidadosamente para no juzgar a los pecadores. Judas fue uno de los apóstoles y el ladrón formó parte de los malhechores, pero ¡qué cambio tan sorprendente en un instante!...
Al que te habla mal de su prójimo, respóndele: «¡Párate, hermano! Yo mismo caigo cada día en faltas más graves; siendo así, ¿cómo podré condenar a éste?» Así sacarás un doble provecho: te curarás a ti mismo y curarás a tu prójimo. No juzgar es un atajo que lleva al perdón de los pecados si es verdadera esta palabra: «No juzguéis y no seréis juzgados»... Algunos han cometido graves faltas a la vista de todos, pero en secreto han hecho grandes actos de virtud. Así es que sus detractores se han equivocado pues no han sabido ver más que la humareda y no han visto al sol...
Los censores apresurados y severos caen en esta ilusión porque no conservan el recuerdo y la preocupación constante de sus propios pecados... Juzgar a los demás es usurpar sin vergüenza una prerrogativa divina; condenarlos, es arruinar nuestra propia alma... De la misma manera que un buen vendimiador come los racimos maduros y no coge los que están verdes, igualmente, un espíritu benevolente y sensato se fija cuidadosamente en todas las virtudes que ve en los demás; pero es insensato el que escruta las faltas y deficiencias.
San Francisco de Sales, obispo
Opúsculos: Solemos ocultar nuestros defectos juzgando al prójimo
«No juzguéis» (Mt 7,1)Opúsculos, XXVI, 93
«No juzguéis... ¿cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?» (Mt 7, 1-5)
No juzguemos antes de tiempo; juzgar corresponde a Dios; Él ve el corazón humano y el hombre no ve más que la cara.
Pero cuando todas las probabilidades nos dicen que se ha cometido un acto malo y la razón no puede convencerse de lo contrario, se debe achacar a la sorpresa, al apresuramiento, a la tentación y, en último término, no ocuparse más en ello, quitárselo del pensamiento y no hablar más de ello, pues: «Toda verdad que no es caritativa proviene de una caridad que no es verdadera.» Es una injusticia pedir el ser absueltos de nuestras faltas cuando condenamos las más pequeñas de los demás. Todavía no he visto a nadie que se haya arrepentido de hablar bien del prójimo.
Toda la belleza del alma estriba en el amor que tenga a su prójimo.
Quien no mire a su prójimo santa, caritativa y piadosamente, con el respeto que le debe como cristiano, estropeará todo lo bueno que hay en su alma; pues de ahí le vendrá la soberbia, se hará insolente, envidioso y no conservará ningún rasgo de la imagen de Dios en él.
Felices quienes se ocupan en considerar sus propios defectos y no abren los ojos para fijarse en los de los demás.
Y fijaos que siempre es así: los que siempre tienen algo que decir sobre las menores faltas del prójimo, de ordinario son personas que tienen grandes defectos.