Mt 6, 19-23: Discurso evangélico – Verdadero Tesoro y Lámpara del Cuerpo
/ 12 junio, 2016 / San MateoTexto Bíblico
19 No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban.20 Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban.21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz;23 pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!
Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
San Antonio de Padua, presbítero
Vida: El corazón en el cofre
«Donde esté tu tesoro estará tu corazón» (Mt 6,21)[fr]
El Hermano Antonio en sus predicaciones siempre recomendaba a todo el mundo el amor a la pobreza. Un día, mientras él predicaba en Florencia, murió un hombre muy rico que nunca quiso escucharlo. Los parientes del difunto quisieron que el funeral fuera espléndido e invitaron al Hermano Antonio a predicar en el funeral. Pero muy grande fue su indignación cuando escucharon a San Antonio comentar las palabras del Evangelio: «Donde está tu tesoro, allí está tu corazón» (Mt. 6, 21), diciendo que el muerto había sido muy avaro y usurero.
Al ver la ira de los parientes y amigos, el Santo dijo: «Vayan a ver en su cofre, ahí encontrarán su corazón». Ellos fueron y con asombro encontraron el corazón palpitante en medio del dinero y las joyas. Llamaron a un cirujano para que abriera el cadáver y cuando le hizo la operación lo encontró sin corazón. Frente a esto, muchos avaros y usureros se arrepintieron y buscaron la manera de reparar el daño hecho.
San Cesareo de Arlés, obispo
Sermón: Corazón en el cielo
«Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón» (Mt 5,21)32, 1-2: SC 243
Dios acepta nuestras ofrendas de dinero y se complace en los dones que les hacemos a los pobres, pero con esta condición: que todo pecador, cuando le ofrece a Dios su dinero, le ofrezca al mismo tiempo su alma... Cuando el Señor dijo: "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Mc 12,17), es como decir: "como devolvéis al César su imagen sobre la moneda de plata, le devolvéis también a Dios la imagen de Dios" (cf Gn 1,26)...
Por eso, como ya dijimos, cuando le damos dinero a los pobres, le ofrecemos nuestra alma a Dios con el fin de que allí dónde está nuestro tesoro, allí también pueda estar nuestro corazón. En efecto, ¿por qué Dios nos pide dar dinero? Seguramente porque sabe que particularmente nos gusta y que pensamos en eso sin cesar; y que allí dónde está nuestro dinero, allí también está nuestro corazón. Por eso Dios nos exhorta a tener tesoros en el cielo dando a los pobres; para que nuestro corazón siga allí donde ya enviamos nuestro tesoro y donde, cuando el sacerdote dice: "Levantemos el corazón", pudiéramos responder con una conciencia tranquila: "Lo tenemos levantado hacia el Señor".