María Magdalena será celebrada como fiesta litúrgicamente
/ 13 junio, 2016 / BlogPor expreso deseo del Papa Francisco la celebración de Santa María Magdalena (22 de julio), será elevada a la categoría de «Fiesta» a partir del año 2016. La fiesta es el grado de celebración segundo en importancia, precedido solamente por las solemnidades (cf. NUALC nn. 8-15).
Solemnidad son todas las celebraciones en domingo u otras que, aunque no coincidan con el domingo, se celebran como tales por recordar los misterios más importantes de la vida de Cristo, de la Santísima Virgen María, o de algunos santos, por ejemplo San José (19 de marzo), San Juan Bautista (24 de junio), San Pedro y San Pablo (29 de junio)…
En la liturgia la solemnidad comienza el día anterior con las primeras vísperas y algunas tienen incluso una Misa propia de vigilia para la tarde de la víspera, si se celebra la Misa vespertina. Tienen sus lecturas, oraciones y prefacios propios. En casi todas se canta el gloria, se recita el Credo, etc.
Las fiestas en cambio se celebran dentro de los límites del día natural. Por consiguiente, no tienen primeras vísperas, a no ser que se trate de fiestas del Señor que coincidan con los domingos ordinarios o del tiempo de Navidad (ejemplo de ellos es la fiesta del Bautismo del Señor).
Son fiestas varias celebraciones de la Virgen María (muchas otras son solemnidad), todas las de los Doce apóstoles, las de los Evangelistas, y otras que celebran acontecimientos de suma importancia.
Otro grado de celebración litúrgica es la «memoria», al que pertenecía anteriormente Santa María Magdalena.
Al elevar la celebración de Santa María Magdalena a la categoría de fiesta, el Santo Padre quiere proponerla como paradigma del servicio de las mujeres en la Iglesia. Así lo afirma el Decreto de la Congregación para el Culto Divino:
Esta mujer, conocida como aquella que ha amado a Cristo y que fue muy amada por Cristo; llamada por San Gregorio Magno “testigo de la divina misericordia” y por Santo Tomás de Aquino “la apóstol de los apóstoles”, puede ser hoy propuesta a los fieles como paradigma del servicio de las mujeres en la Iglesia.
El mismo decreto indica que no hay cambios en cuanto al día de la celebración (seguirá siendo el 22 de julio), ni en cuanto a los textos a usar en la Misa y en el Oficio Divino. Podemos decir que aun siendo «memoria» la Magdalena era celebrada con un cierto aire de «fiesta». Pues si nos fijamos por ejemplo en el Oficio Divino, traía ya antífonas propias para los salmos de laudes y vísperas, en los laúdes los salmos eran del Domingo I, lo cual sólo ocurre en las solemnidades y fiestas importantes. Traía también ya sus lecturas breves respectivas y antífonas propias para el cántico evangélico.
Como novedad, el formulario litúrgico incorporará en el Misal un prefacio propio, escrito ya en latín y que la Conferencia de los Obispos se encargará de traducir en la lengua de cada país. En cuanto al Oficio de Lecturas, es posible que traiga también una primera lectura propia, sin tener que remitirnos al Común de Santas Mujeres. Cuando los textos oficiales sean publicados los compartiré a través de la Biblioteca Litúrgica, en la carpeta Documentos Oficiales.
Después de la Madre del Señor, María Magdalena es sin duda la segunda mujer más importante en la historia de la salvación: Por un lado, tiene el honor de ser la primera testigo (“prima testis”) de la resurrección del Señor, la primera que ve el sepulcro vacío y la primera en escuchar la verdad de su resurrección. Y es la primera en anunciarlo a los apóstoles. Santo Tomás de Aquino le dio el título de «apóstol de los apóstoles«. Por eso, es justo que la celebración litúrgica de esta mujer adquiera el mismo grado de fiesta dado a la celebración de los apóstoles en el Calendario Romano General y que se destaque su especial misión, que es ejemplo y modelo de toda mujer en la Iglesia.
Pero no nos equivoquemos. Sé que muchos medios usarán esta nueva decisión del Papa Francisco para salir por la tangente, para reivindicar el sacerdocio femenino y otras cosas. La mujer siempre ha tenido un lugar importante en la Iglesia. Pensar que por no ser sacerdotisa (ministerial) la mujer es despreciada en la Iglesia, es seguir pensando la Iglesia desde un punto de vista pobremente «clerical». Sinceramente, no me imagino ni a la Virgen María, ni a María Magdalena, ni a Santa Catalina de Siena, ni a Santa Rosa de Lima, ni a la Madre Teresa de Calcuta ni a muchas otras exigiendo el «derecho» a ser ordenadas sacerdotisas o diaconisas. Ellas son sin embargo y supieron ser mujeres en la Iglesia.