Jueves XXXI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 7 noviembre, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Rm 14, 7-12: En la vida y en la muerte somos del Señor
Sal 26, 1bcde. 4. 13-14: Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida
Lc 15, 1-10: Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
?Romanos 14,7-12: En la vida y en la muerte somos del Señor. Pertenecemos al Señor y para Él vivimos y morimos. Unos y otros hagamos todo lo posible por conformar nuestra vida con la voluntad divina, y colaboremos fielmente con la gracia de Dios. Entreguemos a Dios nuestra vida, como Cristo la entregó para salvarnos. San Cirilo de Alejandría escribe:
«Se ha dicho que Cristo tuvo hambre, que soportó la fatiga de largas caminatas, la ansiedad, el terror, la tristeza, la agonía y la muerte en la cruz. Sin ser obligado por nadie, libremente se entregó por nosotros, para ser Señor de vivos y muertos (Rom 14,9). Con su propia carne ha pagado así un rescate justo por la carne de todos; y con su alma ha llevado a cabo la redención de todas las almas. Y si Él ha vuelto a tomar su vida, es porque, como Dios, Él es viviente por naturaleza» (Sobre la Encarnación del Unigénito).
?Con el Salmo 26 digamos: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la Casa del Señor todos los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su rostro. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida», es decir, en la gloria eterna. Para esto vivamos aquí en la presencia del Señor, identificados con su voluntad divina, llenos de amor e irradiándolo por doquier.
?Lucas 15,1-10: La gran alegría del cielo por un pecador que se convierte. La infinita bondad de Dios se nos revela en las parábolas de la misericordia. Todos nosotros somos llamados a la experiencia espiritual de la gran misericordia divina, pero no según nuestros modos y criterios, sino según los modos y criterios de Dios. Comenta San Ambrosio:
En estas parábolas «¿quién es este padre, este pastor y esta mujer? ¿Acaso no representan a Dios Padre, a Cristo y a la Iglesia? Cristo te lleva sobre sus hombros, te busca la Iglesia y te recibe el Padre. Uno porque es Pastor, no cesa de llevarte; la otra como Madre, sin cesar te busca, y el Padre te vuelve a vestir. El primero por obra de su misericordia, la segunda cuidándote y el tercero reconciliándote con Él. A cada uno de ellos le cuadra perfectamente una de esas cualidades: el Redentor viene a salvar, la Iglesia asiste y el Padre reconcilia. En todo actuar divino está siempre la misma misericordia, aunque la gracia varía según nuestros méritos» (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,208).