Sábado XXX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 2 noviembre, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Rm 11, 1-2a. 11-12. 25-29: Si la reprobación de los judíos es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración, sino un volver de la muerte a la vida?
Sal 93, 12-13a. 14-15. 17-18: El Señor no rechaza a su pueblo
Lc 14, 7-11: El que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
?Romanos 11,1-2.11-12.25-29: Dios no ha desechado a su pueblo, pues quiere la salvación de todos los hombres. Aguarda siempre, con gran paciencia, y procura siempre la conversión de todos los hombres, sean los que sean. Su misma muerte ha de iluminar a los que lo matan. Comenta San Agustín:
«¡Oh misteriosa ceguera! Es la ceguera que sobrevino a una parte de Israel; porque para que Cristo fuese crucificado y entrase en la luz del Evangelio la gentilidad del mundo, le dio a una parte de Israel esta ceguera (Rom 11,25). Todo el día estaba enfermo de ceguera, pero vino Él y vino para que vean los que no ven y los que ven quedan ciegos. Fue ignorado por los judíos, fue crucificado por los judíos; y con su propia sangre hizo un colirio para los ciegos. Cada vez más obstinado, más ciego cada vez, los que se jactaban de ver la luz crucificaron a la Luz ¡Qué ceguedad tan grande! Pero la Luz crucificada iluminó a los ciegos» (Sermón 136).
Iluminó a todos los ciegos: paganos y judíos.
?El Señor no rechaza a su pueblo, decimos en el Salmo 93: «Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros». El Señor quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de su verdad. Todos: paganos y judíos. Él no abandona a su heredad; el justo, sea quien sea, obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. Los primeros santos de la Iglesia fueron judíos. El Señor nos auxilia, su misericordia nos sostiene. Hemos de orar y de trabajar por la conversión de todos los hombres. La misericordia de Dios es infinita.
?Lucas 14,1.7-11: Valor de la humildad. Aquellos que buscan los primeros puestos en los banquetes se verán frustrados. Jesucristo enseña la humildad: los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos. Comenta San Agustín:
«Hay personas castas, o bien humildes o bien soberbias. Los soberbios no se prometan el Reino de Dios. La castidad conduce al lugar más destacado, pero quien se exalta será humillado. ¿Por qué buscas, con ansia de destacar, si el lugar más elevado que puedes alcanzar lo conseguirás manteniéndote en la humildad? Si te elevas, Dios te abate; si te abates, Dios te eleva. La afirmación es del Señor. Y nada se le puede añadir ni quitar» (Sermón 354,8).
Sigamos el ejemplo del Señor: Él «se anonadó, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz» (Flp 2,8). Seguir el ejemplo de la Virgen, pues «el Señor miró la humillación de su esclava» (Lc 1,48). Sigamos el ejemplo de los santos.