Martes XXVI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 2 octubre, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Zac 8, 20-23: Vendrán pueblos incontables a consultar al Señor en Jerusalén
Sal 86, 1-3. 4-5. 6-7: Dios está con nosotros
Lc 9, 51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Zacarías 8,20-23: Vendrán pueblos incontables a consultar al Señor en Jerusalén. El profeta se abre al universalismo. La Jerusalén celeste que celebra no es un ghetto. Abre ampliamente sus puertas a los paganos. Zacarías aparece como esencialmente misionero. No se trata de un simple retorno de emigrados a su país. Los paganos los acompañarán para conocer su fe y unirse a ella. Todo esto solo se realizó en Cristo y en su obra redentora. La Iglesia es en realidad la Jerusalén abierta a todos los pueblos. Fue el mismo Jesús el que dio el mandato: «id a todos los pueblos y predicad la buena nueva; el que crea se salvará, el que no crea será condenado» (Mt 28,19; Mc 16,15-18). De ese mandato parte siempre la condición misionera de toda la Iglesia, de todo cristiano.
–El Salmo 86 es como un eco de la profecía de Zacarías: el universalismo, que en realidad solo se vio en la obra de Cristo y así se ve en la actualidad. La única religión abierta a todas las naciones, a todos los pueblos y a todos los hombres es el cristianismo. Por eso con toda razón podemos cantar acerca de la Iglesia: «Dios está con nosotros. Él la ha cimentado sobre el monte santo, el Señor la prefiere a todo lo demás, a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón para ti, ciudad de Dios! Puede contar todos los pueblos entre sus fieles, todos han nacido allí... El Altísimo en persona la ha fundado».
La Iglesia se extiende por doquier. Su esplendor es inmenso, no obstante las persecuciones y las infidelidades de algunos de sus hijos. Son innumerables sus santos y continúa la lista sin parar. Lo vemos constantemente por las beatificaciones y canonizaciones. Verdaderamente «Dios está con nosotros».
–Lucas 9,51-56: Decide Jesús ir a Jerusalén, donde sufrirá la pasión y la muerte en la cruz. Rehúsa castigar a las ciudades de Samaría, que no quieren recibirle. San Ambrosio comenta:
«Y si Él increpó a sus discípulos porque querían que descendiera fuego sobre aquellos que no recibieron a Cristo, nos quiere enseñar con ello que no siempre hay que vengarse de los que pecan, porque a veces la clemencia tiene grandes ventaja, para adquirir más paciencia y lograr así la corrección del culpable. Además, los samaritanos creyeron más pronto en aquellos que apartaron el fuego de aquel lugar.
«Al mismo tiempo aprende que Él no quiso ser recibido por aquellos de quienes sabía que no se convertían con una mente sincera; pues, de haberlo querido, habría hecho hombres entregados aun de esos mismos que estaban dominados por el egoísmo...Pero el Señor hace admirablemente las cosas. Él no recibe a nadie que se entrega con presunción ni se enfada para castigar a quienes, egoístamente, rechazan a su propio Señor, y actúa así con el fin de enseñarnos que la virtud perfecta no guarda ningún deseo de venganza y que donde esté presente la verdadera caridad, no tiene lugar la ira y, en fin, que la debilidad no debe ser tratada con dureza, sino que debe ser ayudada. La indignación está tan lejos de las almas piadosas, como lo está el deseo de venganza de las almas magnánimas y la amistad irreflexiva y la necia simplicidad, de las almas prudentes» (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,27-28).