Lunes XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 25 septiembre, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Esd 1, 1-6: Los que pertenezcan al pueblo del Señor, que suban a Jerusalén para reedificar el templo del Señor
Sal 125, 1b-2ab. 2cd-3. 4-5. 6: El Señor ha estado grande con nosotros
Lc 8, 16-18: El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Esdras 1,1-6: Reedificad el templo del Señor. Vuelven los desterrados para sacrificar en el templo del Señor. El templo de Jerusalén, mandado construir por Salomón, sin hacer caducos los demás santuarios, será el centro del culto de Yahvé. A él se acude desde todo el país para «contemplar el rostro de Dios» (Sal 42,3) y es para todos los fieles objeto de un amor conmovedor (Sal 84, 12). Se sabe que la sede de Dios es el cielo (Sal 2,4; 103,19; 115,3). Pero el templo es como una réplica de su sede celestial, a la que en cierto modo hace presente aquí en la tierra. Sin embargo, no todos tienen un sentido adecuado del culto en el templo: sus vidas no responden al culto. Por eso los profetas fustigan ese culto suyo y esa confianza supersticiosa (Jer 7,4; Is 1,11-17; Jer 6,20; Ez 8,7-18). Con la purificación del pueblo en el destierro, Dios quiere la reconstrucción del templo (Esd 3-6), como centro del judaísmo.
Jesús tiene un respeto profundo al templo, pero con su muerte termina su función de signo de la presencia divina. El mismo Cristo es el templo por antonomasia y también los que lo siguen (Jn 2, 21ss; Hch 7,48ss; 1 Cor 3,10-17; 2 Cor 6,16ss; Ef 2,20ss). Todo será finalmente sublimado con las iglesias, en donde se celebra y se guarda la sagrada Eucaristía.
–El Salmo 125 canta la alegría del volver del destierro y la reconstrucción de Jerusalén y del templo: «El Señor ha estado grande con nosotros. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas y la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «el Señor ha estado grande con ellos». Los que sembraron con lágrimas, camino del destierro, cosechan entre cantares al volver a la patria. Al ir iban llorando; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas».
–Lucas 8,16-18: La luz se coloca sobre el candelero, para iluminar a los hombres. Orígenes afirma:
«Que Cristo trata aquí de la luz espiritual. La lámpara tiene un gran significado en la Sagrada Escritura. Israel para significar la fidelidad a Dios y la continuidad de la oración, hace arder perpetuamente una lámpara en el santuario (Ex 27,20ss); dejar que se extinga sería dar a entender a Dios que se le abandona (2 Par 29,7). Viceversa, dichosos los que velan en espera del Señor, como las vírgenes sensatas (Mt 25,1-8) o el servidor fiel (Lc 12,35), cuyas lámparas se mantienen encendidas. Dios aguarda todavía más de su fiel: en lugar de dejar la lámpara bajo el celemín o la cama (Mt 5,15ss; Lc 8,16-18), él mismo debe brillar como un foco de luz en medio de un mundo perverso en tinieblas (Flp 2,15), como en otro tiempo Elías, ‘‘cuya palabra ardía como una antorcha’’ (Eclo 48,1) o como Juan Bautista: ‘‘lámpara que ardía y lucía’’ (Jn 5,35), para dar testimonio de la verdadera Luz, que es Cristo. Así la Iglesia, sobre Pedro y Pablo, los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra (Ap 11,4), debe hacer irradiar hasta el fin de los tiempos la gloria del Hijo del Hombre (Comentario a San Lucas 1,12ss).