Jueves XXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 19 septiembre, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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1 Tm 4, 12-16: Cuídate tú y cuida la enseñanza; así te salvarás a ti y a los que te escuchan
Sal 110, 7-8. 9. 10: Grandes son las obras del Señor
Lc 7, 36-50: Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–1 Timoteo 4,12-16: Cuídate tú y cuida la enseñanza; así te salvarás tú y salvarás a los que te escuchan. Durante su vida pública, confía Jesús a sus discípulos ciertas misiones transitorias. Sólo después de su resurrección reciben de Él una orden precisa, que los instituye a la vez predicadores, apóstoles y doctores. San Jerónimo comenta:
«A Timoteo, que había formado desde su infancia en las letras sagradas, le da instrucciones y exhorta al estudio de la Escritura, para que no descuide la gracia que le fue dada por la imposición de las manos del colegio de los presbíteros (1 Tim 4,13ss)... Porque la santa rusticidad no aprovecha más que a sí misma, y si por una parte con su vida meritoria edifica a la Iglesia de Cristo, por otra la daña al no ser capaz de resistir a los que la destruyen» (Carta 53, 3, a Paulino, presbítero).
–Dios hizo maravillas en la predicación del Evangelio. Así lo proclamamos con el Salmo 110: «Grandes son tus obras, Señor. Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza, son estables para siempre jamás y se han de cumplir con verdad y rectitud. Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza, su nombres es sagrado y temible. Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican; la alabanza del Señor dura por siempre».
–Lucas 7,36-50: Se le perdonó mucho porque amó mucho. Comenta San Agustín:
«Creyó que no la conocía porque no la rechazó ni le prohibió acercarse y permitió ser tocado por una pecadora... Alimentas al Señor y no sabes por quién has de ser alimentado tú. ¿De dónde deduces que Él no sabía quien era aquella mujer, sino de que toleró que le besara los pies, se los secara y ungiese? Si tal vez se hubiera acercado a los pies del fariseo, hubiera dicho las palabras de Isaías respecto a esa gente: «Apártate, no me toques, que estoy limpio». No obstante, la impureza se acercó al Señor para regresar limpia; se acercó enferma, para volver sana; arrepentida para convertirse en seguidora de Cristo. Oyó el Señor el pensamiento del fariseo. De este hecho puede comprender ya el fariseo si no podía ver que era una pecadora, Él que podía oír su pensamiento» (Sermón 99,2-3).