Miércoles XXIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
/ 6 septiembre, 2016 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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1 Co 7, 25-31: ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación ¿Estás libre? No busques mujer
Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17: Escucha, hija, mira: inclina el oído
Lc 6, 20-26: Dichosos los pobres. ¡Ay de vosotros, los ricos!
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–1 Corintios 7,25-31: Sentido recto del matrimonio y de la virginidad. En todo caso tener presente la fugacidad de este mundo. San Agustín predica:
«Cesen ya las fornicaciones. Sois templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El matrimonio es cosa lícita, no busquéis más. No es tan grande el peso que se os ha impuesto. Mayor es el que pesa sobre las vírgenes. Las vírgenes renunciaron a lo que les estaba permitido para agradar más a Aquél a quien se entregaron. Ambicionemos la belleza superior del corazón... Respecto a las vírgenes, dice el Apóstol, no tengo precepto del Señor. Entonces, ¿por qué se comportan así? Pero les doy un consejo. Ellas, tan llenas de amor, a quienes parecieron viles las nupcias terrenas..., en tal grado aceptaron el precepto, que no rechazaron el consejo, para agradar más, más se embellecieron» (Sermón 161,11).
–Con el Salmo 44 decimos: «Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna, prendado está el Rey de tu belleza, póstrate ante Él que Él es tu Señor»... El Señor ha escogido a las almas vírgenes con una vocación especial, con un amor más grande, esas almas corresponden también con mayor amor. Dejan todo por su Señor. En la aplicación de la Iglesia este Salmo es más que un Salmo mesiánico: la Iglesia lo aplica a la Virgen María y a todos aquellos que han renunciado a todo por el Reino de los cielos. Es el canto también de la Iglesia, Esposa virgen. Renuncian a todo por el Señor y le obedecen sin reserva. Así encuentran la paz, pues no están divididos en su amor. También encuentran la alegría.
–Lucas 6,20-26: Bienaventuranzas y maldiciones. Un programa de vida que hemos de elegir libremente. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las maldiciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jesús elogia a los primeros porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el escatológico, y amenaza a los segundos que sólo viven en un mundo: el que arrastra al que lleva una vida confortable.
Satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperación, su odio y su rencor.
El pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, él es rico de la participación en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad él ya participa. Él es el revelador de este más allá que llega a través de suertes y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones.
Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en Él halla finalmente la bienaventuranza su realización; y por Él se dará el Espíritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede oír sus bienaventuranzas y evitar sus maldiciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total.
José Aldazabal
Enséñame tus Caminos
1. I Corintios 7,25-31
a) Se ve que los Corintios le habían hecho unas consultas a Pablo, que va respondiendo en su Carta.
Hoy trata de la tensión que había entre las diversas concepciones de la vida sexual y en concreto del matrimonio. Probablemente las posturas iban de extremo a extremo: desde los que abogaban por una libertad total, siguiendo las costumbres paganas, hasta los que despreciaban la vida sexual y el matrimonio y predicaban la abstención total.
En los versículos que aquí leemos -y que sólo se entienden si se lee todo el capítulo 7- Pablo dice con mucho cuidado su opinión. Los tres estados son buenos: el de los solteros, el de los casados y el de los viudos. Aunque él crea que el celibato por el Reino -a ejemplo de Jesús y del suyo propio- sea lo mejor. Pero eso no es imposición del Señor, sino opción de Pablo.
Lo que prefiere hacer es "relativizar" el tema y pedir a todos que, cada uno en su estado, se dedique a hacer el bien, a trabajar por el Reino, sobre todo teniendo en cuenta como era la opinión de la época- que era inminente la vuelta del Señor: "porque la representación de este mundo se termina".
b) No busquemos aquí un tratado completo de los valores del matrimonio cristiano O del celibato.
Pablo ya sabe que la mayoría se casan (su alto concepto del matrimonio lo expresa sobre todo en Ef 5), y que algunos ya están viudos, mientras que otros, como él mismo, han optado por el celibato, para dedicar todas sus energías a la evangelización. En el fondo nos invita a una sana "indiferencia", una relativización del tema. Les dice a los Corintios que continúen en el estado en que se encontraban cuando se convirtieron: no abandonen el matrimonio, o el celibato, sino que, cada uno como está, intente cumplir la voluntad de Dios y trabajar en favor del Reino, porque urge el tiempo y hay que aprovecharlo.
Nos viene bien relativizar los valores de acá abajo y tener ante la vista los escatológicos. Los religiosos, por ejemplo, relativizamos la posesión de bienes, la libertad personal y la vida matrimonial por medio de los votos de pobreza, obediencia y castidad, siguiendo así los consejos de Jesús en su evangelio e intentando ser, en medio de este mundo, signos vivientes de la radicalidad de los valores de Cristo.
Pero también los casados saben relativizar muchas cosas, porque hay valores e ideales por los que vale la pena gastarse más plenamente. Cada uno en su estado, nos comprometemos a vivir el evangelio de Cristo, teniendo en cuenta los valores más inmediatos y sobre todo los superiores, que dan sentido más pleno a todo lo que hacemos. Los casados, con su vida de amor y de educación de sus hijos. Los que han optado por el celibato, desde el carisma propio y la misión recibida en la Iglesia. Todos intentamos ser fieles a Cristo y signos suyos creíbles en medio del mundo.
2. Lucas 6,20-26
a) Al bajar Jesús de la montaña, donde había elegido a los doce apóstoles, empieza en Lucas lo que los autores llaman "el sermón de la llanura" (Lc 6,20-49), que leeremos desde hoy al sábado, y que recoge diversas enseñanzas de Jesús, como había hecho Mateo en el "sermón de la montaña".
Ambos empiezan con las bienaventuranzas. Las de Lucas son distintas. En Mateo eran ocho, mientras que aquí son cuatro bienaventuranzas y cuatro que podemos llamar malaventuranzas o lamentaciones. En Mateo están en tercera persona ("de ellos es el Reino"), mientras que aquí en segunda: "vuestro es el Reino").
Jesús llama "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por causa de su fe. Pero se lamenta y dedica su "ay" a otras cuatro clases de personas: los ricos, los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo.
Se trata, por tanto, de cuatro antítesis. Como las que pone Lucas en labios de María de Nazaret en su Magníficat: Dios derriba a los potentados y enaltece a los humildes, a los hambrientos los sacia y a los ricos los despide vacíos. Es como el desarrollo de lo que había anunciado Jesús en su primera homilía de Nazaret: Dios le ha enviado a los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos.
b) Nos sorprende siempre esta lista de bienaventuranzas. ¿Cómo se puede llamar dichosos a los que lloran o a los pobres o a los perseguidos? La enseñanza de Jesús es paradójica. No va según nuestros gustos y según los criterios de este mundo. En nuestra sociedad se felicita a los ricos y a los que tienen éxito y a los que gozan de salud y a los que son aplaudidos por todos.
En estas ocasiones es cuando recordamos que ser cristianos no es fácil, que no consiste sólo en estar bautizados o hacer unos rezos o llevar unos distintivos. Sino en creer a Jesús y fiarse de lo que nos enseña y en seguir sus criterios de vida, aunque nos parezcan difíciles. Seguro que él está señalando una felicidad más definitiva que las pasajeras que nos puede ofrecer este mundo.
Es la verdadera sabiduría, el auténtico camino de la felicidad y de la libertad. La del salmo 1: "Dichoso el que no sigue el consejo de los impíos: es como un árbol plantado junto a corrientes de agua... No así los impíos, no así, que son como paja que se lleva el viento". O como la de Jeremías: "Maldito aquél que se fía de los hombres y aparta de Yahvé su corazón... Bendito aquél que se fía de Yahvé y a la orilla de la corriente echa sus raíces" (Jr 1 7,5-6). O como la de la parábola del pobre y del rico: ¿quién es feliz en definitiva, el pobre Lázaro a quien nadie hacía caso, o el rico Epulón que fue a parar al fuego del castigo? Jesús llama felices a los que están vacíos de sí mismos y abiertos a Dios, y se lamenta de los autosuficientes y satisfechos, porque se están engañando: los éxitos inmediatos no les van a traer la felicidad verdadera.
¿Estamos en la lista de bienaventurados de Jesús, o nos empeñamos en seguir en la lista de este mundo? Si no encontramos la felicidad, ¿no será porque la estamos buscando donde no está, en las cosas aparentes y superficiales?
"Escucha, hija, mira, inclina el oído, prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante él, que él es tu Señor" (salmo II)
"Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios" (evangelio)
Zevini-Cabra
Lectio Divina para cada día del año
LECTIO
Primera lectura: 1 Corintios 7,25-31
Pablo recuerda a las personas solteras una verdad fundamental y les dirige algunas exhortaciones. La verdad es ésta: «el tiempo se acaba» (v 29). La expresión griega deberíamos traducirla así al pie de la letra: «El tiempo ha plegado las velas», una imagen bastante expresiva y que alude al arte náutico. El pensamiento del apóstol parece ser este: sea cual sea el lapso de tiempo que discurra entre hoy y la parusía, es decir, el retorno glorioso del Señor, el mundo futuro está ya presente, en cualquier caso, en medio de nosotros gracias al poder del Señor; mediante la muerte y resurrección de Jesús, Dios ha inaugurado ya en nosotros y entre nosotros la novedad de su Reino. A esta luz, la vida célibe, elegida libre y alegremente por el Reino (cf. Mt 19,12), lejos de ser un desprecio por el matrimonio, constituye un signo escatológico que tiende a orientar nuestra espera y la ajena hacia la alegría última. Las exhortaciones son la consecuencia lógica de la verdad anunciada.
En primer lugar, es preciso vivir la espiritualidad del «como si» (vv. 29-31): la linealidad del pensamiento paulino no necesita ulteriores comentarios. Viene, a continuación, la lógica de «lo que es mejor» (cf. 7,9: «Es mejor casarse que abrasarse»; 7,38.40: «El que da a su hija en matrimonio hace bien, y el que no la da hará todavía mejor»). Está claro que Pablo pretende proponer a nuestra libertad aquello que, por su experiencia personal y por el amor que le une indisolublemente a Cristo, está convencido de que es lo mejor para desear y para llevar a cabo.
En segundo lugar -aunque sólo se trata de un consejo personal y no de un mandato recibido del Señor-, aconseja Pablo que cuando alguien acceda a la fe en Cristo continúe viviendo, como casado o como célibe-virgen, en la situación en la que se encontraba antes. Pero lo que más cuenta -y en esto se basa la enseñanza de Pablo tanto para los casados como para los célibes-vírgenes- es la conciencia de que todos hemos «sido comprados a buen precio» (7,23), como es obvio, por Cristo Jesús, mediante su muerte y resurrección. Es siempre el misterio pascual el que proyecta luz sobre nuestra vida.
Evangelio: Lucas 6,20-26
Comienza aquí -y continúa hasta Lc 8,3- la llamada «pequeña inserción» de Lucas respecto a Marcos, su fuente. Lucas, a diferencia de Mateo, reduce las bienaventuranzas de ocho a cuatro, pero a las cuatro bienaventuranzas añade cuatro amenazas. Según la opinión de los exégetas, Lucas nos ofrece una versión de las palabras de Jesús más próxima a la verdad histórica, y esto tiene una particular relevancia. Con todo, bueno será recordar que la mediación de varios evangelistas a la hora de referir las enseñanzas de Jesús no traiciona la verdad del mensaje; al contrario, la centran y la releen para el bien de su comunidad.
Tanto las ocho bienaventuranzas de Mateo como las cuatro de Lucas pueden ser reducidas a una sola: la bienaventuranza -esto es, la fortuna y la felicidad- de quien acoge la Palabra de Dios a través de la predicación de Jesús e intenta adecuar su vida a ella. El verdadero discípulo de Jesús es, al mismo tiempo, pobre, apacible, misericordioso, trabaja por la paz, es limpio de corazón, etc. Por el contrario, quien no acoge la novedad del Evangelio sólo merece amenazas, que, en boca de Jesús, corresponden a otras tantas profecías de tristeza e infelicidad. La versión lucana de las bienaventuranzas-amenazas se caracteriza asimismo por una contraposición entre el «ya» y el «todavía no», entre el presente histórico y el futuro escatológico. Como es obvio, la comunidad para la que escribía Lucas tenía necesidad de que le recordaran que no sólo debía traducir su fe en actos de caridad evangélica, sino que también tenía que mantener viva la esperanza mediante la plena adhesión a la enseñanza, más radical, de las bienaventuranzas evangélicas.
MEDITATIO
La liturgia de hoy nos presenta un tema fuerte para nuestra meditación, un tema de gran actualidad: ¿qué es lo bueno para el cristiano en materia de matrimonio y de virginidad? ¿Qué es lo mejor? ¿Qué es lo mandado y qué lo que sólo se aconseja?
La intervención directa de Pablo en la vida de la comunidad cristiana de Corinto brilla por su claridad y por su equilibrio. No sabría yo decir hasta qué punto su experiencia previa ha influido en este modo de «ver» la situación de vida de los cónyuges y de los célibes-vírgenes: no se trata de investigar en el ánimo de Pablo con instrumentos psicoanalíticos más o menos correctos. Sabemos, sin embargo, que el encuentro con Cristo resucitado, a partir de Damasco, imprimió una nueva dirección a su vida, pero hizo nacer también en él una nueva mentalidad y, por consiguiente, una nueva facultad de juicio.
Decíamos claridad y equilibrio: la primera nos lleva a considerar el matrimonio y la virginidad como dos opciones de vida dignas ambas de la persona humana, ambas buenas según la bondad de la economía de la creación, ambas conformes con la novedad de vida de quien cree en Cristo, ambas compatibles no sólo con la lógica evangélica, sino también con su radicalismo evangélico, ambas ricas en espiritualidad, ambas «lugares» en los que se puede vivir la caridad en grado sumo, ambas capaces de conducir a los creyentes a las más elevadas cumbres de la santidad. La de Pablo es también una enseñanza extremadamente equilibrada, y ello por un motivo simple y persuasivo al mismo tiempo: Pablo no impone nada a nadie, consciente como es de que sólo una opción personal libre y alegre es digna de la persona humana y nadie, ni siquiera Dios y mucho menos Cristo, puede hacer violencia al santuario de la conciencia humana.
ORATIO
Oh Señor, poco a poco va pasando la escena de este mundo:
pasa la juventud con todas sus fuerzas,
desaparecen personas queridas y amigas,
se van los momentos de fama y de gloria,
se reduce nuestro campo de acción
y nuestras ideas son reemplazadas por otras.
Oh Señor, poco a poco aparece el gran más allá: más allá del tiempo que corre veloz llevándose consigo cosas, personas y sucesos;
más allá del hombre de todos los tiempos,
que advierte este vertiginoso pasar sin poder captar de modo pleno el desarrollo de los hechos;
el gran «más allá» que plasma una nueva visión,
que hace más viva la fe,
que enciende deseos de paraíso.
Oh Señor, poco a poco se perfila el mundo nuevo: se respira aire puro,
se abre camino la fascinación de lo trascendente, nos sentimos fortificados por la inmortalidad que da sentido a la vida,
aceptamos el misterio que permite caminar con fe y esperanza
hacia un futuro prometedor.
Ven, Señor Jesús!
CONTEMPLATIO
Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que sea tu morada? Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para ti ha sido establecida la ordenada sucesión de días y noches; para ti el cielo ha sido iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas; para ti la tierra ha sido adornada con flores, árboles y frutos; para ti ha sido creada la admirable multitud de seres vivos que pueblan el aire, la tierra y el agua, para que una triste soledad no ensombreciera el gozo del mundo que empezaba.
Y el Creador encuentra el modo de acrecentar aún más tu dignidad: pone en ti su imagen, para que de este modo hubiera en la tierra una imagen visible de su Hacedor invisible y para que hicieras en el mundo sus ve-ces, a fin de que un dominio tan vasto no quedara privado de alguien que representara a su Señor. Más aún, Dios, por su clemencia, tomó en sí lo que en ti había hecho por sí y quiso ser visto realmente en el hombre, en el que antes sólo había podido ser contemplado en imagen; y concedió al hombre ser en verdad lo que antes había sido solamente en semejanza (Pedro Crisólogo, Sermón 148, en PL 52, 596-598).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Os digo, pues, hermanos, que el tiempo se acaba» (1 Cor 7,29).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Sé que el tiempo trabaja de por sí para la eternidad. Sé que el plan de Dios se realiza de todos modos y que Cristo se ha encarnado en la historia y nadie podrá suprimir esta encarnación jamás. Sé que el mismo mal coopera al bien... Dios es superior a Satanás... Mil años son menos que un día para la eternidad. Y nadie sabe lo que puede pasar mañana. Lo que no ha pasado en veinte siglos puede suceder tal vez esta noche o dentro de otros veinte siglos. «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha fijado con su poder» (Hch 1,7). Pero eso no nos pertenece. Esto pertenece a Dios, y nosotros debemos actuar... Yo soy de hoy. Soy responsable de esta historia, del presente en el que he sido llamado a vivir.
«No les queda vino»: éste era el objetivo de toda mi vida religiosa. Conseguir cantar las nupcias cristianas; y volver a llevar a nuestros comedores a Jesús y a su madre; y convertir las lágrimas en cálices de alegría; y proveer por su mediación a nuestras consumibles ebriedades (David M. Turoldo, extractos de una entrevista).