Viernes XX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 21 agosto, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Rt 1, 1. 3-6. 14b-16. 22: Noemí, con Rut la moabita, volvió a Belén
Sal 145, 5-6ab. 6c-7. 8-9a. 9bc-10: Alaba, alma mía, al Señor
Mt 22, 34-40: Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Rut 1,1.3-6.14-16.22: La extranjera Rut, nuera de Noemí de Belén, se queda junto a ésta al morir su esposo y permanece fiel a la familia judía. Así se convertirá en antecesora del rey David y del Mesías. Es admirable la elección de Dios con respecto a la Historia de la Salvación y, en definitiva a la venida del Mesías. Se rompen siempre los moldes humanos. Es Dios quien dirige la historia, incluso en el ejercicio de la libertad humana. Ya lo hemos dicho: no Eliezer, sino Abrahán, no Esaú sino Jacob, no Rubén sino Judá, no Saúl, sino David.
–El Salmo 145 ofrece grandes motivos para la alabanza divina: «Dichoso al que auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él, que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos... El Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda.. El Señor reina eternamente»... Como puede verse se trata de llevar una vida totalmente entregada a la alabanza de Dios, una vida que sea sinónimo de alabanza de Dios, nacida del amor. Por eso decía San Juan de la Cruz: «Mi alma se ha empleado / y todo mi caudal en su servicio. / Ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio; / que ya solo en amar es mi ejercicio».
Tenemos motivos para este ejercicio perenne del amor, pues contemplamos las obras que Dios ha manifestado en Cristo y por eso la Iglesia invita a los pueblos a alabar al Señor, que es grande, que es poderoso, que ha hecho grandes maravillas con la redención. Con razón se ha escrito que Cristo es la revelación del Corazón de Dios lleno de Amor.
–Mateo 22,34-40: Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo. Síntesis de toda la religión cristiana: el amor. San Agustín ha comentado este pasaje evangélico muchas veces:
«¿Qué nos ha prometido Dios? Hermanos míos, ¿qué he decir que sea deseable para nosotros? ¿Qué puedo decir? ¿Es oro? ¿Es plata? ¿Son posesiones? ¿Son honores? ¿Es algo de lo que conocemos en la tierra? Si es así, es algo despreciable. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni subió nunca al corazón del hombre es lo que ha preparado Dios a los que le aman (1 Cor 2,9). En pocas palabras voy a decirlo: no sus promesas, sino Él mismo.
«Quien lo hizo todo es mayor que todo; quien dio forma a todo es más hermoso que todo, quien dio fuerza a todo es más poderoso que todo. Así, pues, en comparación con Dios, nada es cualquier cosa que amemos en la tierra. Es poca cosa, es nada eso que amamos; nosotros mismos nada somos. El mismo amante debe sentirse vil en comparación de lo que debe amar. No es otra cosa que aquella caridad que debe brotar de todo el corazón, de todo el alma, de toda la mente. Pero añadió: «amarás a tu prójimo como a ti mismo». En estos dos mandamientos se compendian la ley y los profetas (Mt 22,37.39.40), de forma que si amas al Señor, sabes que te amas a ti mismo, si en verdad amas al Señor. Si, por el contrario, no amas a Dios, ni siquiera a ti mismo te amas. Cuando aprendas a amarte a ti mismo amando a Dios, arrastra al prójimo hacia Dios para que juntos disfrutéis del bien, del gran bien, que es Dios» (Sermón 301,A,6).