Miércoles XX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 21 agosto, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Jc 9, 6-15: Habéis dicho: Que reine un rey sobre nosotros, siendo así que vuestro rey es el Señor
Sal 20, 2-3. 4-5. 6-7: Señor, el rey se alegra por tu fuerza
Mt 20, 1-16a: ¿Vas a tener tú envidia porque soy yo bueno?
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Jueces 9,6-15: El Señor es nuestro Rey. La fábula de Yotán constituye un aviso contra el régimen de la monarquía. En realidad Dios es el verdadero Rey de Israel. Por el contrario, no pocas veces los gobernantes humanos, en lugar de buscar el bien común del pueblo, buscan sus propias ventajas.
–Adecuadamente el Salmo 20 canta ahora: «Señor, el rey se alegra por tu fuerza. ¡Y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y de majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia».
En realidad el Salmo habla de Cristo, cuyo reino no tendrá fin. Bellamente expone esto San Ambrosio:
«Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico; si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial; si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia; si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza; si temes la muerte, Él es Vida. Si deseas el cielo, Él es el Camino. Si refugio de las tinieblas, Él es Luz. Si buscas manjar, Él es alimento» (Sobre la virginidad 16,99).
Y San Jerónimo:
«El Señor viene con fortaleza y en su mano tiene el Reino, la potestad y el imperio» (Comentario al Evangelio de Mateo3,19).
San Hipólito escribe:
«¿Qué es el advenimiento de Cristo? La liberación de la esclavitud, el principio de la libertad, el honor de la adopción filial, la fuente de la remisión de los pecados y la vida verdaderamente in-mortal para todos» (Homilía de Pascua).
San Agustín comenta:
«Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos, ni para tomar ejércitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos. Era Rey de Israel para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al Reino de los cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor» (Tratado sobre el Evangelio de San Juan 51,4).
San Cirilo de Alejandría:
«Posee Cristo la soberanía de todas las criaturas, no arrancada por fuerza, ni quitada por nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza» (Comentario al Evangelio de San Lucas 10).
–Mateo 20,1,16: ¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? El salario concedido por Dios es un don gratuito y libre de su misericordia, como lo muestra la parábola del dueño de la viña que buscó operarios para que la cultivasen. El pacto establecido es un signo de la alianza entre Dios y el hombre. Don inmenso de Dios. San Jerónimo escribe:
«Considera al mismo tiempo que no advierten que la injusticia de la cual acusan unánimemente al padre de familia con respecto a los obreros de la hora undécima, se da también respecto a ellos mismos. Si el padre de familia es injusto, no lo es con respecto de uno solo sino de todos, porque el obrero de la tercera hora no trabajó lo mismo que el que fue enviado a la viña a la primera hora; del mismo modo, el obrero de la hora sexta trabajó menos que el de la tercera y el de la hora novena menos que el de la hora sexta.
«Así todos los que fueron llamados antes envidian a los gentiles y se retuercen por la gracia del Evangelio. Por eso el Salvador concluye la parábola diciendo: Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros, porque los judíos, de cabeza que eran, se convirtieron en cola y nosotros pasamos de ser cola a ser cabeza» (Comentario al Evangelio de Mateo, 20,12).