Viernes XIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 12 julio, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Gn 46, 1-7.28-30: Puedo morir, después de haberte visto en persona
Sal 36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40: El Señor es quien salva a los justos
Mt 10, 16-23: No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Génesis 46, 1-7.28-30: Puedo morir después de haberte visto en persona. Jacob invitado a ir a Egipto por su hijo José, accede a instalarse allí con toda su familia. Con expresiones, que recuerdan el canto de Simeón, expresa su alegría por haber vuelto a ver a su hijo José.
Lo principal de este relato es que la emigración del patriarca depositario de la promesa de la tierra no es contraria al compromiso de Dios, sino que constituye la etapa necesaria de sufrimiento y de prueba antes del cumplimiento de las promesas de abundancia.
No obstante las pruebas, los sufrimientos, las amarguras y contrariedades. «Dios es quien salva a los justos», como se dice en el Salmo responsorial.
–Salmo 36: «confía en el Señor y haz el bien... El Señor vela por los días de los buenos y su herencia durará siempre». Todo el Salmo es una exhortación sapiencial sobre la suerte del justo y del malvado.
Frente a la concepción más o menos difusa de muchos creyentes, que confunden la religión con una especie de «seguro de vida», el salmista pone su confianza en Dios. Su gran tesoro es poseer a Dios. Todo lo demás es accesorio. El Salmo está abierto a perspectivas mucho más amplias que las meramente sociológicas. Perspectivas profundas, pero reales, que serán puestas en toda su luz por la predicación de Cristo.
Un significado muy preciso tienen las expresiones del Salmo a la luz del misterio de Cristo. Él, el inocente, el justo por excelencia, ha aparecido en medio de nosotros pobre, humilde, perseguido por los impíos, varón de dolores, abandonado en la cruz (Sal 21,2; Mt 27,46). Sobre Él han caído los sufrimientos de todos nosotros. Mas en Él y en su vida, el sufrimiento de los justos se ha revelado como un misterio de salvación. Pero el camino recorrido por Cristo hacia el Calvario conduce a la derecha del Padre en la gloria celeste. La Cruz ha venido a ser el árbol de la vida. Con estas consideraciones podemos escuchar las sentencias del Salmo 36 como una exhortación de Cristo a la Iglesia. Parecen como una anticipación de las bienaventuranzas evangélicas. Recordemos la parábola del rico Epulón y Lázaro.
–Mateo 10, 16-23: No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de nuestro Padre. Jesús anuncia las persecuciones que aguardan a sus discípulos. No deben temer, pues contarán con la ayuda de la asistencia del Espíritu de su Padre. San Agustín trata muchas veces de este pasaje evangélico:
«Ved cómo nuestro Señor Jesucristo modela a sus mártires con su disciplina. «Os envío, dice, como ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). Ved lo que hace un solo lobo que venga en medio de muchas ovejas. Por muchos millares de ovejas que sean, enviado un lobo en medio de ellas, se espantan y, si no todas son degolladas, todas, al menos, se aterrorizan. ¿Qué razón había, qué intención, qué poder o divinidad para no enviar el lobo a las ovejas, sino las ovejas en medio de lobos? No dijo al confín con los lobos, sino en medio de los lobos.
«Había, pues, un rebaño de lobos: las ovejas eran pocas, para que fueran muchos lobos para dar muerte a pocas ovejas. Los lobos se convirtieron y se transformaron en ovejas... «Seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre» (Mt 10, 22). Se predijo para el futuro una iglesia extendida por todos los pueblos. Como leemos que fue prometida, así la vemos realizada. Todos los pueblos son cristianos y al mismo tiempo no cristianos. El trigo al igual que la cizaña, se halla extendido por todo el campo. Por tanto, cuando escuchéis de boca de nuestro Señor Jesucristo: seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre, escuchadlo como trigo que sois, pues está dicho para el trigo... ¡Oh pueblos todos cristianos, oh semillas católicas extendidas por todo el orbe, pensad en vosotros mismos y veréis que todos los pueblos os odian por el nombre de Cristo!» (Sermón 64,1).
José Aldazabal
Enséñame tus Caminos
1. Génesis 46,1-7.28-30
a) José no sólo perdona a sus hermanos, sino que les encarga que traigan a su padre a Egipto.
La escena es significativa: Jacob, con sus hijos y nietos, y con sus posesione., emigra a Egipto. Es el inicio de una estancia del pueblo elegido en tierra extraña, que tendrá su viaje de vuelta en el éxodo, cuatro siglos después, cuando, guiados por Moisés, salgan de Egipto y peregrinen hacia la tierra prometida.
En las palabras de ánimo que Dios dirige al anciano Jacob ya se asegura la vuelta: «no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso: yo bajaré contigo y yo te haré subir».
Es emocionante la escena del encuentro de Jacob con su hijo José, después de tantos años de darlo por perdido. Toda la familia se instala en la región de Gosén.
b) En nuestra vida, hay muchos viajes de ida y vuelta.
Como Abrahán, que sale de su tierra de Ur, como José que es llevado contra su voluntad a Egipto, como Jacob y su familia que emigran buscando mejores condiciones de vida, todos podemos ser un poco peregrinos en la vida y emigrantes, viajeros de éxodos que no esperábamos. La vida da muchas vueltas y, a veces, nos hace madurar por caminos que, a primera vista, no nos parecen muy agradables.
Ojalá tengamos la seguridad, como Jacob y José, de que Dios está siempre con nosotros. Estemos en tierra propia o en tierra extraña: «yo bajaré contigo a Egipto y yo te haré subir». Igual que José interpretaba que era Dios el que había permitido que él pasara por la amarga experiencia de ser vendido como esclavo, para sacar también de eso un gran bien para todos. Pase lo que pase a cada persona, y también a la humanidad y a la Iglesia, Dios sigue con sus planes: «yo te convertiré en pueblo numeroso».
El salmo nos invita, una vez más, a hacer el bien y a tener confianza en Dios, que nos sigue en todos nuestros «viajes» con cercanía de padre: «Confía en el Señor y haz el bien... el Señor vela por los días de los buenos... apártate del mal y haz el bien, porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles... el Señor es quien salva a los justos, los protege y los libra».
2. Mateo 10,16-23
a) En el discurso misionero, Jesús anuncia a los suyos que tendrán dificultades y persecuciones.
Las comparaciones están tomadas ahora de la vida de los animales: lobos y ovejas, serpientes y palomas. Conscientes de que serán perseguidos, les recomienda estas dos cualidades: la sagacidad de las serpientes (para saber discernir la presencia de los lobos y no provocar inútilmente a los opositores) y la sencillez de las palomas (sin doblez ni complicaciones).
Seguros de que, a pesar de todas las precauciones, los llevarán ante los tribunales y los odiarán y hasta los matarán. Jesús les invita a confiar en la ayuda de Dios: el Espíritu Santo estará a su lado y les dará su luz y su fuerza.
b) Cuando Mateo escribió su evangelio, la comunidad cristiana ya sabía mucho de persecuciones y excomuniones y hasta de martirios.
El Libro de los Hechos nos lo atestigua abundantemente. Basta recordar el martirio de Santiago y Esteban, así como la historia de los dos grandes héroes de la primera generación, Pedro y Pablo.
A lo largo de la historia, la comunidad de Cristo ha seguido padeciendo problemas internos y externos. Ya se lo había avisado Jesús. También en el mundo de hoy, anunciar el evangelio nos expone a malentendidos y reacciones contrarias. El martirio -el testimonio hasta la muerte- sigue siendo actual. Se repiten los casos, sobre todo en países de misión, o allí donde cristianos valientes denuncian atropellos e injusticias.
Pero esto no nos tiene que desanimar, ni hacernos cejar en nuestro empeño evangelizador. «Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra». Lo importante es seguir anunciando a todos el amor de Dios. Si no es de un modo, será de otro. Si estamos convencidos nosotros mismos de que la salvación está en Cristo y en el estilo de vida que nos propone, ya encontraremos el lugar y el modo de comunicarla a los demás. Con prudencia y, al mismo tiempo, con sencillez. Ayudados por el Espíritu de Dios. Tenemos trabajo hasta el fin del mundo, hasta la vuelta del Señor. Y «el que persevere hasta el final, se salvará».
«Yo bajaré contigo a Egipto y yo te haré subir» (1a lectura I)
«Confía en el Señor y haz el bien» (salmo I)
«El que persevere hasta el final, se salvará» (evangelio).