Viernes XIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
/ 26 junio, 2016 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Am 8, 4-6. 9-12: Enviaré hambre, no de pan, sino de escuchar la palabra del Señor
Sal 118, 2. 10. 20. 30. 40. 131: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
Mt 9, 9-13: No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Amós 8,4-6.9-12: Enviaré hambre, no de pan, sino de escuchar la palabra del Señor. Amós descubre la forma inicua de proceder de los fraudulentos y explotadores. Profetiza sobre «el Día del Señor». Por fin el pueblo arderá en deseos de la Palabra de Dios. Comenta San Gregorio Magno
«Es la Sagrada Escritura comida y bebida. Por eso, también el Señor amenaza por otro profeta: «Yo enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Dios» (Amos 8,11). Quien, habiendo sustraído su palabra, dice que nos angustiará con hambre y sed, demuestra que su palabra es para nosotros comida y bebida. Pero es de notar que unas veces es comida y otras bebida; pues en las cosas más oscuras, que no pueden entenderse si no son expuestas, la Sagrada Escritura es comida, porque lo que se expone para que sea entendido es como que se mastica para ser deglutido; pero en las cosas más claras es bebida, pues la bebida se deglute sin masticar. Así que bebemos los mandatos más claros porque, aun sin exponerlos, los podemos entender» (Homilía 10,3, sobre Ezequiel).
–«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). A este estribillo siguen unos versos del Salmo 118:
«Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos. Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos».
–Mateo 9,9-13: No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios. San Juan Crisóstomo dice:
«Después que Jesús hubo llamado a Mateo, honróle además con el más alto honor, como fue sentarse luego con él a la mesa. De este modo quería el Señor aumentar en él la confianza y su buen ánimo para lo por venir. La curación, efectivamente, de su mal estado no había necesitado de mucho tiempo, sino que había sido obra de un momento. Mas no se sienta a la mesa sólo con Mateo, sino con otros muchos publicanos, no obstante echársele también en cara que no apartaba de sí a los pecadores. Los evangelistas por su parte, tampoco ocultan que sus enemigos buscaban de qué acusarle en sus acciones. Acuden pues, los publicanos a casa de Mateo, como compañero de oficio que era, pues él, orgulloso del hospedaje de Cristo, los había invitado a todos.
«A todo linaje de medicina solía apelar Cristo; y no sólo hablando, no sólo haciendo milagros y confundiendo a sus enemigos, sino hasta comiendo, procuraba la salud de los que mal se hallaban. Con lo que nos enseña que no hay tiempo, no hay obra que no pueda procurarnos alguna utilidad... Sus enemigos le acusaban de que trataba con aquellas gentes, mas Él les hace ver que lo indigno de Él y de su amor hubiera sido precisamente rehuir su trato. Curar a aquellos hombres no sólo estaba fuera de toda culpa, sino que era parte principal y necesaria de su misión y merecía infinitas alabanzas... «Misericordia quiero y no sacrificio» (Os 6,6). Al hablar así, echábales en cara su ignorancia de la Escritura» (Homilía 30,2, sobre San Mateo).