Sábado XI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 19 junio, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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2 Cor 12, 1-10: Muy a gusto presumo de mis debilidades
Sal 33, 8-9. 10-11. 12-13: Gustad y ved qué bueno es el Señor
Mt 6, 24-34: No os agobiéis por el mañana
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–2 Corintios 12,1-10: Muy a gusto presumo de mis debilidades. Habla San Pablo de su revelaciones, pero también de sus debilidades, que supera por la gracia de Jesucristo. Comenta San Agustín:
«En cuanto me es posible voy tras las huellas de aquel atleta de Cristo, es decir, del Apóstol Pablo, que dice: «ni yo mismo, hermanos, pienso haberlo alcanzado». Ni yo mismo (Flp 3,13). ¿Qué ese yo mismo? ¿Yo que trabajo más que todos ellos? Sé, apóstol, de qué manera pronuncias ‘yo’: es una expresión enfática, no manifestación de orgullo... He trabajado más que todos ellos. Y como si dijéramos nosotros: ¿Quién? nos responde: Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Así, pues, el que estaba en posesión de tanta gracia de Dios que, a pesar de haber sido llamado más tarde, trabajó más que los que lo habían precedido, dice no obstante: Hermanos, ni yo mismo pienso haberlo alcanzado. Vuelve a aparecer el ‘yo’ donde indica no haberlo alcanzado. El no alcanzarlo es resultado de la debilidad humana. En cambio cuando habla de que fue elevado al tercer cielo.. no dijo ‘yo’. ¿Qué dijo entonces? «Conozco a un hombre que hace catorce años»... (2 Cor 12,2). Conozco a un hombre... y ese hombre era el mismo que hablaba, y, como atribuyó a otro lo que había tenido lugar en él, no faltó» (Sermón 261,3).
–Con el Salmo 3 decimos: «gustad y ved qué bueno es el Señor». Ya lo hemos expuesto. La experiencia mundana parece decir lo contrario y, sin embargo, esto es, encontrar en Dios todo su gozo. Quien tiene a Dios tiene lo esencial, aun cuando se viera falto de muchas cosas; quien no tiene a Dios, aunque tenga abundante riqueza, vive en la más absoluta indigencia. Dios es el Bien esencial e insuperable. Ante Él palidecen todos los demás bienes transitorios y perecederos. Por eso dijo el Señor: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6,33)
–Mateo 6,24-34: No os agobiéis por el mañana. Hay que entregarse sin condiciones al servicio del único Amo y someterse por entero a Aquel que conoce cuanto necesitamos. Ante todo debe interesarnos la búsqueda del Reino de Dios y su justicia. San Juan Crisóstomo así lo explica:
«No os preocupéis. Es decir, que, una vez mostrado el daño incalculable, extiende aún más su mandamiento. Porque no sólo nos manda que tiremos lo que tenemos, sino que no nos preocupemos siquiera del sustento necesario... No porque el alma necesite de alimento, pues es incorpórea, sino que el Señor habla aquí acomodándose al uso común. Pues, si es cierto que ella no necesita de alimento, no lo es menos que no puede permanecer en el cuerpo si éste no es alimentado. Y esto dicho, no se contenta con afirmarlo simplemente, sino que también aquí nos da las razones... Pues el que os ha dado lo más ¿no os dará lo menos... No es el alimento el que le hace crecer, sino la providencia de Dios... Si tanta cuenta tiene Dios de los pobres animalillos, ¿cómo no la va a tener con nosotros?» (Homilía 21 2 y 3 sobre San Mateo).
José Aldazabal
Enséñame tus Caminos
1. II Corintios 12,1-10
a) Puede parecer raro que Pablo siga «presumiendo» de títulos personales y, esta vez, nada menos que de éxtasis y revelaciones. Aunque no nos explica muchos detalles de cómo fue «arrebatado hasta el tercer cielo» y oyó «palabras arcanas». Ha tenido, por tanto, experiencias religiosas de tipo místico. Lo que busca es defender ante la comunidad de Corinto la credibilidad de su ministerio, atacada por sus adversarios. Defiende la verdadera doctrina que les ha predicado, y no tanto su propia persona.
También es misteriosa la noticia que nos da sobre esa «espina en la carne» o de ese «emisario de Satanás que le apalea para que no sea soberbio». No hay datos en el resto de sus cartas para saber a qué se refiere, si a una enfermedad corporal o a dificultades de tipo espiritual o psíquico. Lo que sí afirma es que eso le hace ser más humilde, y que le da ocasión para confiar en la ayuda de Dios: «te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad».
b)Tal vez nosotros no podemos gloriarnos de visiones misteriosas ni de revelaciones místicas. Y sí, de «espinas» que experimentamos en nuestra persona y de dificultades en nuestro camino. Nunca se nos ha asegurado que la vida de un cristiano estará libre de pruebas y días malos.
Sea lo que sea lo escrito hasta ahora en nuestra biografía, tendríamos que aprender de Pablo:
- a no creernos nosotros el centro, sino a buscar siempre el bien de las personas y el progreso del Reino de Dios;
- a no enorgullecernos si tenemos algún don particular, porque Dios nos los da para bien de los demás, para ir construyendo comunidad y evangelizar más eficazmente a Cristo en nuestro mundo:
- a no perder nunca la confianza en Dios, aunque nos sintamos débiles y frágiles: «te basta mi gracia... muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo... cuando soy débil, entonces soy fuerte»; es la actitud que ha recogido el salmo: «gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él»;
- incluso a alegrarnos si nos toca sufrir: «vivo contento en medio de los insultos, las privaciones, las dificultades sufridas por Cristo»;
- y si tenemos alguna «espina» contra la que nos toca luchar, saber relativizarla, como hace Pablo, viendo en ella una invitación a no ser soberbios ni autosuficientes; seguramente nos ayudará también a comprender mejor a los demás, cuando descubramos en ellos dificultades o fallos.
2. Mateo 6,24-34
a) Jesús nos presenta otro rasgo del estilo de vida de sus seguidores: la confianza en Dios, en oposición a la excesiva preocupación por el dinero.
Debe ser un refrán de la época lo de que «no se puede servir a dos amos», y le va muy bien a Jesús para establecer la antítesis entre Dios y Mammón, entre Dios y el Dinero (con mayúsculas, el dinero como ídolo, como razón de ser: en arameo, Mammón).
Les enseña Jesús a los suyos la actitud de confianza en Dios, con la comparación de los pájaros y de las flores. Lo que él no quiere es que estén agobiados (palabra que sale hasta seis veces en esta lectura) por las preocupaciones de la comida, la bebida o el vestido.
También quiere que sepan mirar las cosas en su justa jerarquía: el cuerpo es más importante que el vestido, y la vida que el comer. Del mismo modo, el Reino de Dios y su justicia es lo principal, y «todo lo demás se os dará por añadidura».
b) «Nadie puede estar al servicio de dos amos». Es una afirmación que también a nosotros nos pone ante la disyuntiva entre Dios y el Dinero, porque es éste un ídolo que sigue teniendo actualidad y que devora a sus seguidores.
Ciertamente, necesitamos dinero para subsistir. Pero lo que Jesús nos enseña es que no nos dejemos «agobiar» por la preocupación ni angustiar por lo que sucederá mañana. Los ejemplos de las aves y de las flores no son una invitación a la pereza. En otras ocasiones, Jesús nos dirá claramente que hay que hacer fructificar los talentos que Dios nos ha dado.
Y Pablo dirá que el que no trabaja, que no coma.
Estas palabras de Jesús son una invitación a una actitud más serena en la vida. Claro que tenemos que trabajar y ganarnos la comida: «a Dios rogando y con el mazo dando».
Pero sin dejarnos dominar por el estrés -¿el nombre actual del «agobio» del evangelio?-, que nos quita paz y serenidad y nos impide hacer nada válido. Vivimos demasiado preocupados, siempre con prisas. Podríamos ser igualmente eficaces, y más, en nuestro trabajo si nos serenáramos, si no perdiéramos la capacidad de la fiesta y de lo gratuito, si supiéramos, de cuando en cuando, «perder tiempo» con los nuestros, y no empezáramos a sufrir por adelantado por cosas que no sabemos si nos pasarán mañana: «a cada día le bastan sus disgustos».
También nos enseña Jesús a buscar lo principal y no lo accesorio. A dar importancia a lo que la tiene, y no dejarnos deslumbrar por necesidades y valores que no valen la pena.
Sobre todo, a «buscar el Reino de Dios y su justicia». Lo demás es secundario, aunque no lo podamos descuidar. El que concede a cada cosa la importancia que tiene en la jerarquía de valores de Jesús, está en el buen camino para la paz interior y para el éxito final en su vida.
«Vivo contento en medio de las dificultades sufridas por Cristo» (1a lectura I)
«Nadie puede estar al servicio de dos amos» (evangelio)
«No os agobiéis por el mañana: a cada día le bastan sus disgustos» (evangelio)