Viernes X Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 11 junio, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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2 Cor 4, 7-15: Quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros
Sal 115, 10-11. 15-16. 17-18: Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
Mt 5, 27-32: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–2 Corintios 4, 7-15: Quien resucitó a Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. El ministerio de San Pablo se realiza en medio de sufrimiento, pero esta unión con la muerte de Cristo manifiesta su vida, tanto en lo referente al mismo Apóstol cuanto en los demás fieles. Pero llevamos los dones de Dios en vasos de barro. Explica San Agustín:
«¡Admirable bondad la de Dios que nos otorga un don igual a Él mismo! Su don es el Espíritu Santo. Y el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo son un Dios único: la Trinidad. Y ¿qué bien nos trajo el Espíritu Santo? Oyéselo al Apóstol: EL amor de Dios ha sido derramado en vuestros corazones. ¿De dónde, oh mendigo, te vino ese amor de Dios derramado en tu corazón? ¿Cómo ha podido este amor divino ser derramado en el corazón del hombre? Tenemos, dijo el Apóstol, el tesoro éste en vasos de barro. ¿A qué fin en vasos de barro? Para que resalte la fuerza de Dios (2 Cor 4,7). Habiendo por último dicho: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, y, al objeto de que no se atribuya nadie a sí mismo el amar a Dios, añadió: Por el Espíritu Santo que nos fue dado. Luego para que tú ames a Dios es necesario que more Dios en ti, que su amor te venga de Él, es decir, que recibas su moción, ponga en ti su fuego, te ilumine y levante a su amor» (Sermón 128,4).
–Por todo eso ofrecemos al Señor un sacrificio de alabanza y lo hacemos con el Salmo 115: «Tenía fe, aun cuando dije: qué desgraciado soy. Yo decía en mi apuro: los hombres son unos mentirosos. Mucho cuesta al Señor la muerte de su fieles. Señor yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré mis votos, en presencia de todo el pueblo».
–Mateo 5, 27-32: Nuestro Señor se dirige a todos los hombres y condena además el acto interno, aunque no vaya acompañado de efectos externos. El lenguaje enérgico con que nuestro Señor advierte contra la ocasión de pecar no se ha de tomar literalmente: el ojo izquierdo, por ejemplo, supone tanto peligro como el derecho. Las expresiones: «ojo derecho» y «mano derecha» significan evidentemente todo lo que nosotros tenemos de más querido. Si estos constituyen un obstáculo en la senda moral deben ser apartado de nosotros. Comenta San Juan Crisóstomo:
«Una vez que nos mostró el Señor el daño de que de ahí se sigue, pasa adelante y encarece la ley, mandándonos cortar y extirpar y arrojar lejos de nosotros lo que nos escandalice. ¡Y eso nos ordena el que mil veces nos ha hablado de su amor! Con lo que has de caer en la cuenta, por uno y otro lado, de su providencia y cómo en todo y por todo busca tu provecho» (Homilía 17,3 sobre San Mateo).