Martes IX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
/ 6 junio, 2017 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Tb 2, 10-23 (vg): Tobías no se abatió a causa de la ceguera
Sal 111, 1-2. 7-8. 9: El corazón del justo está firme en el Señor
Mc 12, 13-17: Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Tobías 2,10-23: Tobías no se abatió a causa de la ceguera. La piedad de Tobías para con los difuntos le lleva a un gran cansancio, y éste le ocasiona un accidente, por el que pierde la vista. Él persevera en el temor de Dios durante la prueba, lo mismo que Job, a pesar de las dificultades. Grande es la fortaleza de la paciencia. San Cipriano escribe:
«La paciencia es la que nos recomienda y guarda para Dios; ella modera nuestra ira, frena la lengua, dirige nuestro pensar, conserva la paz, endereza la conducta, doblega la rebeldía de la pasión, reprime el tono del orgullo, apaga el fuego de los enconos, contiene la prepotencia de los ricos, alivia la necesidad de los pobres, protege la santa virginidad de las doncellas...
«La paciencia mantiene en humildad a los que prosperan, hace fuertes en la adversidad, y sufridos frente a las injusticias y afrentas. Enseña a perdonar enseguida a quienes nos ofenden, y a rogar con constancia e insistencia cuando hemos ofendido. Nos hace vencer en las tentaciones, nos hace tolerar las persecuciones, nos hace consumar el martirio. Es la que fortifica sólidamente los cimientos de nuestra fe, levanta en alto nuestra esperanza... Nos lleva a perseverar como hijos de Dios, y a imitar al mismo Dios» (Sobre la paciencia 20).
–Hay momentos difíciles, en los que el justo es especialmente probado. En Dios tenemos nuestro apoyo entonces, como lo tuvo Tobías, y como lo afirma en oración el Salmo 111: «Dichoso el que teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor; su corazón está seguro, sin temor, hasta ver derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad».
–Marcos 12,13-17: Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios. Los enemigos de Jesús le ponen trampas para cogerlo; pero Él hace caer a sus adversarios en la misma trampa que le han tendido. El Maestro nos enseña que debemos obedecer a los que nos gobiernan, cuando lo hacen según la ley moral.
San Hilario de Poitiers comenta:
«¡Oh respuesta verdaderamente admirable y claridad absoluta de la palabra celestial! Todo está allí medido, entre el desprecio del mundo y la ofensa al César (Mt 22,21). Declarando que es necesario «dar al César lo que es del César», libra a los espíritus consagrados a Dios de toda preocupación y deber humano. En efecto, si nada de lo que pertenece al César se retiene en nuestras manos, nosotros no quedamos ligados por la obligación de devolverle las cosas que son suyas.
«Si, por el contrario, nos dedicamos a sus cosas y nos sometemos al cuidado del patrimonio ajeno, no es injusticia devolver al César lo que es del César, y tener que dar a Dios las cosas que son suyas: el cuerpo, el alma, la voluntad.
«Es Dios, en efecto, quien da y acrecienta todos los bienes que tenemos y, por consiguiente, es completamente justo devolver todo esto a Él; a quien, según se nos recuerda, debemos su origen y progreso» (Comentario al Evangelio de San Mateo 23,2).