Sábado V de Pascua – Homilías
/ 25 abril, 2016 / Tiempo de PascuaLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
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Hch 16, 1-10: Ven a Macedonia y ayúdanos
Sal 99, 1-2. 3-5: Aclama al Señor, tierra entera
Jn 15, 18-21: No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–Hechos 16,1-10: En aquellos días Pablo fue a Derbe y luego a Listra. San Pablo prosigue su obra misionera. Su afán es que todos los hombres conozcan a Cristo, crean en Él y se salven. No hay impedimentos. El se desvive por proclamar el mensaje evangélico a todos. San Juan Crisóstomo dice que todos los cristianos han de participar en la evangelización de los no creyentes:
«No puedes decir que te es imposible atraer a los demás. Si eres verdadero cristiano, es imposible que esto suceda. Si es cierto que no hay contradicción en la naturaleza, es también verdad lo que nosotros afirmamos, pues esto se desprende de la misma naturaleza del cristiano. Si afirmas que un cristiano no puede ser útil, deshonras a Dios y lo calificas de mendaz. Le resulta más fácil a la luz convertirse en tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares nunca una cosa imposible, cuando es precisamente lo contrario lo que es imposible» (Homilía 20 sobre los Hechos).
«A esto hay que añadir que San Pablo no halagaba, sino que presentaba el mensaje de Cristo en toda su exactitud, centrado en la Cruz. Todas las verdades y todos los preceptos de Cristo incluso los más exigentes fueron materia de su predicación. Lo muestran sus Cartas. No quiere saber otra cosa que a Cristo y a Cristo Crucificado, escándalo para unos e insensatez para otros» (Comentario a los Hechos 5,7).
–Los viajes apostólicos de San Pablo son una expresión práctica del deseo del autor del Salmo 99: «Que toda la tierra aclame al Señor». También nosotros, con los mismos sentimientos del santo Apóstol, empleamos las mismas palabras del salmista y decimos: «Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios; que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades».
–Juan 15,18-21: No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo. La suerte de los discípulos de Cristo en este mundo no será mejor que la de su Maestro: ellos también, como Cristo, serán odiados y perseguidos por los hombres. Comenta San Agustín:
«Si queréis saber cómo se ama a sí mismo el mundo de perdición que odia al mundo de redención, os diré que se ama con un amor falso, no verdadero. Y si se ama con amor falso, en realidad se odia: porque quien ama la maldad tiene odio a su propia alma... Pero se dice que se ama porque ama la iniquidad que le hace inicuo; y se dice que a la vez se odia, porque ama lo que es perjudicial. En sí mismo odia la naturaleza y ama el vicio; ama lo que en él hizo su propia voluntad.
«Por lo cual se nos manda y se nos prohibe amarlo. Se nos prohibe cuando dice: «No améis el mundo»; y se nos manda en aquellas palabras: «Amad a vuestros enemigos». Se nos prohibe, pues, amar en él lo que él en sí mismo odia, esto es, la hechura de Dios y los múltiples consuelos de su bondad. Se nos prohibe amar sus vicios y se nos manda amar su naturaleza, ya que él ama sus vicios y odia su naturaleza. A fin de que nosotros lo amemos y odiemos con rectitud, ya que él se ama y se odia con perversidad» (Tratado 87,4 sobre el Evangelio de San Juan).
José Aldazabal
Enséñame tus Caminos
1. Hechos 16,1-10
a) Empieza el segundo viaje misionero de Pablo (años 49-52). Ahora ya no le acompaña Bernabé, que se ha separado de Pablo por una discusión (sobre si debe ir o no con ellos Juan Marcos). No debía ser siempre fácil colaborar con Pablo, decididamente líder y con opiniones muy personales. En este viaje le acompañan Timoteo y Silas. Y también Lucas, el autor de libro, porque en este relato aparece el "nosotros".
Puede parecer extraño que Pablo mande circuncidar a Timoteo, precisamente cuando su viaje es para dar a conocer las decisiones más liberalizadoras de la reunión de Jerusalén. Él no debe ver contradicción en el hecho. Por tanto, seguramente se deberá a que, siendo Timoteo de madre judía, ya tenía que haber sido circuncidado antes, y la anomalía podía bloquear la relación con los cristianos procedentes del judaísmo.
Lo importante es que sigue la evangelización. Y además con una creciente conciencia de que es el Espíritu Santo el que les guía. Él es quien les dice que a tal región no vayan, y a tal otra, sí (por ejemplo, a Macedonia, sí). No sabemos los medios por los que ellos reconocían esta indicación del Espíritu. Pero en todo el libro de los Hechos es una constante este protagonismo del Espíritu y la obediencia de los discípulos a su voz.
Con esta colaboración entre el Espíritu invisible y la comunidad visible, en modo particular sus responsables, sigue extendiéndose por el mundo la fe en Cristo, y el salmo puede así decir con verdad: "aclama al Señor, tierra entera".
b) Trabajar en equipo es difícil. Lo era para Pablo y sus acompañantes, y lo sigue siendo ahora.
A pesar del episodio de Bernabé, se ve claramente que Pablo tiene conciencia de que es la comunidad la que le envía: al convertirse en Damasco, acude a la comunidad, va a Jerusalén a confrontar su fe con la de los apóstoles, sale de viaje cuando la comunidad de Antioquía le manda, y a ella vuelve a rendir cuentas, así como acude también después al "concilio de Jerusalén" a ponerse de acuerdo con los demás.
Nosotros podemos tener distintas visiones en tantos aspectos de la vida eclesial: pero tampoco hemos de perder de vista que somos comunidad, y que las cosas no se deciden ni se hacen con criterios meramente personales.
Además, en el discernimiento, debemos estar atentos a la vida, por una parte, y al Espíritu, por otra: debemos saber leer los "signos de los tiempos", a los que en el libro de los Hechos está ligada de alguna manera la voz del Espíritu. Es el Espíritu de Jesús, misterioso pero eficaz agente de toda vida eclesial, quien inspira a la comunidad cuáles son los lugares y los caminos de la evangelización en cada momento. No podemos erigirnos cada uno en intérpretes de la voluntad de Dios. El discernimiento es comunitario. Y la voz del Espíritu se reconoce en la comunidad sobre todo a través de la enseñanza y decisión de los sucesores de Pedro y los apóstoles, el Papa y el episcopado mundial, con una participación también notoria -como se ve a lo largo de los Hechos de los apóstoles- de la misma comunidad.
2. Juan 15,18-21
a) Jesús ha hablado hasta ahora mucho del amor. Ahora aparece la palabra "odio". Anuncia de antemano a sus seguidores que el mundo les odiará.
Va a ser una historia de lucha entre el bien y el mal. Como lo ha sido en la persona de Cristo, el maestro, lo será del mismo modo con sus seguidores: "si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros".
Y es que de por medio está el gran contraste: ser del mundo o no serlo. Hay diferencia entre "estar en el mundo" y "ser del mundo", o sea, compartir los criterios del mundo. El "mundo" para Juan es siempre el conjunto de las fuerzas del mal, opuesto al Reino que quiere establecer Jesús.
b) Las palabras de Jesús en la Última Cena nos avisan también a nosotros de que va a ser difícil nuestra relación con el mundo. Como lo fue para Cristo Jesús. Como lo ha sido a lo largo de los dos mil años de la historia para la comunidad cristiana.
"Si fuerais del mundo, el mundo os amaría, pero como no sois del mundo, por eso el mundo os odia". Según esto, debería ser mala señal que la sociedad nos aceptara demasiado fácilmente: seria señal o de que el mundo se ha convertido y ha cambiado, o de que nosotros no damos testimonio de los valores cristianos, sino que nos hemos amoldado de alguna manera a la manera de pensar del mundo y no le resultamos "incómodos".
Es el peligro que podemos tener: el "mimetismo", la asimilación insensible de la jerarquía de valores del mundo, en vez de la de Cristo. Todos somos conscientes de que las bienaventuranzas de este mundo no coinciden en absoluto con las de Jesús, y que nos hace falta lucidez para discernir en cada caso. ¿A cuáles nos apuntamos? ¿nos dejamos manipular por las verdades de este mundo y por sus promesas a corto plazo, por cobardía y por pereza, o nos mantenemos fieles a Jesús, el único que "tiene palabras de vida eterna"?
"Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él" (entrada)
"Por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna" (oración)
"Servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores" (salmo)
"El Señor es bueno, su misericordia es eterna" (salmo)
"Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (evangelio)
"No ceses de proteger con amor a los que has salvado" (poscomunión)
Zevini-Cabra
Lectio Divina para cada día del año
LECTIO
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 16,1-10
Lucas pasa ahora a narrar los acontecimientos misioneros de Pablo: él será el protagonista de la tercera parte de los Hechos de los Apóstoles. El fragmento de hoy presenta el segundo viaje misionero, ya avanzado. Entre tanto ha tenido lugar la separación de Bernabé, a causa -según Lucas- de una diferente valoración de la persona de Juan Marcos. Pablo elige como nuevo compañero a un discípulo suyo al que siempre le unirá un gran cariño: Timoteo. Haciendo gala de una gran elasticidad pastoral, especialmente en vistas a la acción entre los judíos, Pablo lo hizo circuncidar, aunque no viera para ello ninguna necesidad doctrinal. Pablo se hace en verdad «todo para todos» por el Evangelio.
Es significativo el hecho de que el Espíritu hace prácticamente las veces de guía, corrigiendo la ruta de los misioneros. Lucas quiere subrayar que el protagonista y el director de la evangelización es el Espíritu Santo, que tiene sus planes, a menudo diferentes a los de los hombres. Es el Espíritu quien impulsa a Pablo a pasar a Europa, en vez de adentrarse en las regiones de Asia menor.
Hay un misterio en la llamada a los pueblos y las naciones que escapa por completo a la mirada humana. Baste con una sencilla reflexión: el programador de la evangelización es con toda claridad el Espíritu Santo; no se trata de una acción organizada por los hombres, aunque estén llenos de fe y de celo. En la acción de Pablo no había demasiada organización, sino una gran disponibilidad a la acción del Espíritu. ¿No hace esto hoy actual y digno de atención este dicho, que podría parecer sólo un eslogan: «Menos organización y más Espíritu»?
Evangelio: Juan 15,18-21
La perícopa contiene una advertencia de Jesús dirigida a sus discípulos sobre el odio y el rechazo del mundo que tendrán enfrente. Si la nota distintiva de la comunidad cristiana es el amor, ahora el Maestro presenta a los suyos lo que caracteriza al mundo que les rechaza: el odio (v. 18). El Señor advierte y explica ese odio del mundo y emite un juicio sobre el mismo.
El odio del mundo hacia la comunidad cristiana es consecuencia lógica de una opción de vida: los seguidores del Evangelio no pertenecen al mundo, y éste no puede aceptar a quien se opone a sus principios y opciones. Los creyentes, en virtud de su opción de vida a favor de Cristo, son considerados como extraños y enemigos. Su vida es una continua acusación contra las obras perversas del mundo y un reproche elocuente contra los malvados. Por eso es odiado y rechazado el hombre de fe.
Pero ¿cómo se manifiesta el odio del mundo contra los discípulos? Mediante las persecuciones que han de padecer los creyentes por el nombre de Cristo. No son en verdad estas pruebas las que deben desanimar a los discípulos ni en su camino de fe ni en su misión de evangelización. También su Señor experimentó la incomprensión y el rechazo hasta la muerte (v 20). Es más, la persecución y el sufrimiento son una de las condiciones de la gloria que toda la comunidad cristiana debe compartir con su Salvador. La suerte de los discípulos es idéntica a la de Cristo: si éste ha sido perseguido, también lo serán sus discípulos; si éste fue escuchado, también lo serán los suyos (vv. 20s).
MEDITATIO
Si pretendes vivir según tus convicciones de fe, no debe sorprenderte encontrar a tu alrededor la indiferencia o la hostilidad. No debe deprimirte que los medios de comunicación social se rían a menudo de manera sutil del estilo de vida cristiano, o que cuando expreses tus convicciones te vean como un anticuado, o que la gente te considere como alguien que pertenece a una era pasada, a una época de la que ya nos hemos despedido. Que no te abata el desaliento: eso es señal de que eres fiel a Cristo perseguido y a su Palabra de cruz. No debes entrar en crisis porque muchos no piensen en esa cruz como los seguidores de Jesús.
Una de las características de la fe es su perenne carácter inactual.
Esa característica hemos de buscarla en su dimensión oblativa, que consiste en la llamada a la cruz, al sacrificio, al saber amar, a la justicia pagada con la propia piel. No debes, por tanto, «aguar» tu testimonio, ni bajar el grado de las exigencias de la Palabra, ni envolver con el silencio lo que es más comprometedor e impopular. Hay silencios que parecen excesivamente prudentes, que son expresión de temor ante los contragolpes de la opinión pública, que expresan preocupación por la hostilidad de quienes pueden hacernos daño.ORATIO
Ayúdame, Señor, a vivir como tú quieres en medio de las dificultades originadas por la hostilidad del mundo. Ayúdame a no tener miedo de ser tu testigo, pero ayúdame también a no ser un juez severo con los que me ponen obstáculos en mi camino. Ayúdame, antes que nada, a comprender mis culpas, los motivos que puedo haber dado yo mismo, mis incumplimientos. La hostilidad puede venir también de mi comportamiento inadecuado. Y eso es algo que debo tener en cuenta.
Ayúdame a enfrentarme con valor a las reacciones que proceden del hecho de decir lo que tú dirías, de hacer las cosas que tú harías. Ayúdame a no tener nunca miedo a hacer un serio examen de conciencia, a no diluir tu mensaje y el testimonio que debo a tu santo nombre.
CONTEMPLATIO
El mundo que Dios reconcilia con él en la persona de Cristo, que ha sido salvado por medio de Cristo, y al que le han sido perdonados todos los pecados por los méritos de Cristo, ha sido elegido entre el mundo de los enemigos, de los condenados, de los corruptos. También los discípulos estaban en el mundo y fueron elegidos para que dejaran de formar parte del mismo. Fueron elegidos no por sus méritos, porque no habían hecho antes ninguna obra buena; tampoco por su naturaleza, porque ésta en virtud del libre albedrío había sido contaminada por el pecado en su mismo origen; fueron elegidos por una concesión gratuita, es decir por una auténtica gracia.
En efecto, el que del mundo eligió al mundo no encontró ya buenos a los que eligió, sino que los hizo buenos al elegirlos. Pero si eso es obra de la gracia, no lo es de las obras, pues de otro modo la gracia ya no sería gracia (cf. Rom 11,5s) (Agustín, Comentario al evangelio de Juan, 87,3).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Igual que me han perseguido a mí, os perseguirán a vosotros»
(Jn 15,20).PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Una de las cosas que debemos a nuestro Señor es no tener nunca miedo. Tener miedo es hacerle una doble injuria: en primer lugar, es olvidar que él está con nosotros, que nos ama y que es omnipotente; en segundo lugar, porque no nos configuramos con su voluntad: configuramos nuestra voluntad con la suya, todo lo que nos ocurra, dado que es querido y permitido por él, nos dejará alegres y no tendremos ni inquietudes ni temores. Tengamos, pues, esa fe que expulsa todo miedo; tengamos a nuestro lado, frente a nosotros y en nosotros, a nuestro Señor Jesucristo, Dios nuestro, que nos ama infinitamente, que es omnipotente, que sabe lo que es bueno para nosotros, que nos dice que busquemos el Reino de los Cielos y que el resto nos será dado por añadidura.
Caminemos seguros con esta bendita y omnipotente compañía por el camino de Io más perfecto, y estemos seguros de que no nos ocurrirá nada de lo que no podamos extraer el mayor bien para su gloria, para nuestra santificación y para la de los otros. Y que todo lo que nos ocurra será querido y permitido por él y, en consecuencia, lejos de toda sombra de temor, sólo hemos de decir: «Bendito sea Dios por todo lo que nos ocurra», y sólo hemos de rogarle que ordene todas las cosas, no según nuestras ideas, sino para su mayor gloria (Charles de Foucauld).