Sábado IV Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
/ 30 enero, 2018 / Tiempo OrdinarioLecturas
Aparte de las homilías, podrá ver comentarios de los padres de la Iglesia desglosados por versículos de aquellos textos que tengan enlaces disponibles, sobre todo de los Evangelios.
Para ver el texto completo de las lecturas haz clic aquí.
1 R 3, 4-13: Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo
Sal 118, 9. 10. 11. 12. 13. 14: Enséñame, Señor, tus leyes
Mc 6, 30-34: Andaban como ovejas sin pastor
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
–1 Reyes 3,4-13: Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo. En respuesta a la desinteresada oración de Salomón, Dios promete al nuevo rey la sabiduría, junto con la riqueza y la gloria. Una vez más se manifiesta el gran poder de la oración. Así lo enseña San Juan Crisóstomo:
«La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella, nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos, y recibe unos bienes que superan todo lo material y visible» (Homilía 6 sobre la oración).
Y Orígenes:
«Quien siempre ora, es siempre escuchado» (Tratado sobre la oración 13).
–La oración del joven rey Salomón, pidiendo a Dios inteligencia y prudencia para saber gobernar, nos hace cantar las maravillas de la ley del Señor con el Salmo 118,9-14: «Enséñame, Señor, tus leyes, ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra Ti. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes. Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas». El cumplimiento de la voluntad de Dios es la norma de la sabiduría y de la prudencia. Observar sus mandatos es causa de alegría y fuente de la más alta riqueza.
–Marcos 6,30-34: Jesús sintió lástima de la muchedumbre, viendo que andaban como ovejas sin pastor. Esta visión tan angustiosa del Corazón de Cristo le lleva a hacerse Él mismo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Y el distintivo del Pastor bueno es su abnegada e incansable solicitud por el rebaño. Así escribe San Gregorio de Nisa:
«¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Toda la humanidad que cargaste sobre tus hombros, es, en efecto, como una sola oveja. Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo; llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me dé la vida eterna... Enséñame, pues –dice el sagrado texto–, dónde pastoreas, para que yo pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda allí mismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que brota de tu costado, fuente de agua abierta por la lanza, que se ha convertido para todos los que de ella beben en «un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,14).
»«Si de tal modo me pastoreas, me harás recostar al mediodía, sestearé en paz y descansaré bajo la luz, sin mezcla de sombra... Enséñame, pues, cómo tengo que recostarme y pacer, y cuál es el camino del reposo a mediodía, no sea que, por ignorancia, me sustraiga de tu guía y me junte a un rebaño que no sea el tuyo» (Homilía 2 sobre el Cantar de los Cantares).
José Aldazabal
Enséñame tus Caminos
1. I Reyes 3,4-13
a) La oración de Salomón pidiendo sabiduría le gustó a Dios.
El joven rey quiso inaugurar su reinado con un acto religioso, ofreciendo sacrificios a Dios. En su oración no pidió riquezas ni venganza ni prestigio ni fuerza militar. Pidió una cosa que no esperaríamos tal vez de un joven: sabiduría para saber discernir en la vida y gobernar bien. Lo necesitaba: no todos le aceptaban de corazón y no era fácil gobernar aquel pueblo dividido anímicamente entre los reinos del Norte y del Sur.
A fe que en la Escritura aparece Salomón como el prototipo del hombre sabio: se le atribuyen libros sapienciales como el de los Proverbios y una fama universal superior a la de todos los sabios, que provocará la visita de la reina de Sabá. Es famoso el juicio de Salomón -que no leemos en esta selección de la Misa- cuando tuvo que dictaminar sobre el caso de las dos mujeres y el niño que ambas reclamaban como suyo (I Reyes 3). Se puede leer también el capitulo 7 del libro de la Sabiduría sobre el acierto y las consecuencias de esta oración de Salomón.
A la vez Dios le concedió también riquezas y éxitos en todos los órdenes sociopolíticos.
En Salomón se cumplía ya lo que dirá Jesús más adelante: buscad primero el reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura.
b) Todos necesitamos sabiduría. Muchas veces en la vida, tanto en la personal como en la comunitaria o familiar, nos encontramos ante la encrucijada de una decisión y a veces nos resulta difícil discernir. Podemos aplicar todos los recursos humanos y los cálculos y las experiencias. Pero nos iría mucho mejor que fuéramos adquiriendo la sabiduría de Dios: o sea, la visión de las cosas y de las personas y de los acontecimientos que tiene Dios.
Necesitamos tener juicio y sentido común, saber decidir bien. Sobre todo si tenemos algún cargo de responsabilidad. ¿Y quién no tiene alguno, en el orden que sea, familiar, eclesial, social?
Tendríamos que decir sinceramente con el salmo de hoy: «Enséñame tus leyes... no consientas que me desvíe de tus mandamientos... mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas».
2. Marcos 6,30-34
a) La escena es muy humana y expresiva de los sentimientos de Jesús: programa un retiro de descanso con sus apóstoles, pero luego le puede la compasión hacia la gente y se pierde el descanso.
Los apóstoles, a quienes había enviado de dos en dos a evangelizar, vuelven muy satisfechos. Cuentan y no acaban de los éxitos que han tenido en su salida apostólica. Jesús se da cuenta de que están cansados y de que lo que más necesitan en ese momento es un poco de descanso y un retiro con él, para reponer fuerzas y revisar su actuación. Ese es el plan que les propone.
Pero la gente se les adelantó y les salió al encuentro, porque adivinaron a dónde iban, y Jesús, cuando vio a la gente, «le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor», y se acabó el retiro que pensaban hacer: «y se puso a enseñarles con calma».
b) Podemos vernos espejados en esta escena de varias maneras.
A lo largo de nuestras jornadas y temporadas, en nuestro trabajo cosechamos algunos éxitos, seguramente mezclados con fracasos. Que es lo que les pasarla a los apóstoles y al mismo Jesús, a quien no todos le hacían caso. Ojalá tengamos siempre a alguien con quien compartir lo vivido, que sepa escucharnos y con el que podamos hablar de nuestras varias experiencias, para revisar y remotivar lo que vamos haciendo.
Ojalá tengamos también la oportunidad de algún retiro: todos necesitamos un poco de paz en la vida, momentos de oración, de silencio, de retiro físico y espiritual, con el Maestro.
Además de que cada semana, el domingo está pensado para que sea un reencuentro serenante con Dios, con nosotros mismos, con la naturaleza, con los demás. El activismo nos agota y empobrece. El stress no es bueno, aunque sea el espiritual. Los apóstoles estaban llenos de «todo lo que hablan hecho y enseñado». A veces dice el evangelio que «no tenían tiempo ni para comer». Necesitamos paz y serenidad. Cuando no hay equilibrio interior, todo son nervios y disminuye la eficacia humana y la evangelizadora.
A la vez, hay otro factor importante en nuestra vida: la caridad fraterna, la entrega a la misión que tengamos encomendada. A veces esta caridad se antepone al deseo del descanso o del retiro, como en el caso de Jesús y los suyos. Jesús conjuga bien el trabajo y la oración. Se dedica prioritariamente a la evangelización. Pero sabe buscar momentos de silencio y oración para sí y para los suyos, aunque en esta ocasión no haya sido con éxito.
Otra lección que nos da Jesús es que no parece tener prisa. No hace ver que le han estropeado el plan. «Se puso a enseñarles con calma». Porque vio que iban desorientados, como ovejas sin pastor. Tener tiempo para los demás, a pesar de que todos andamos escasos de tiempo y con mil cosas que hacer, es una finura espiritual que Jesús nos enseña con su ejemplo: tratar a cada persona que sale a nuestro encuentro como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.
«Da a tu siervo un corazón dócil, para discernir el bien del mal» (1a lectura, II)
«Venid a un sitio tranquilo a descansar un poco» (evangelio)
«Le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor» (evangelio).