El evangelista Juan, aunque estuvo presente, no cuenta nada de la agonía de Jesús en Getsemaní. En cambio, describe con abundancia de detalles el arresto, refiriendo un diálogo que falta en los sinópticos (vv. 4-8). Esta opción da prioridad a una determinada orientación: la de mostrar a Jesús en su «hora», como sujeto de los acontecimientos, como único protagonista (cf. v. 8), consciente y determinado (v. 4), como rey vencedor del pecado y de la muerte ya desde este instante (v. 6). En el capítulo anterior, el 17, encontramos la clave de lectura de este fragmento, concretamente en el pasaje donde Jesús reconoce que la «hora» tan esperada ya ha llegado (17,1) y que se trata de la «hora» de la glorificación: «Ahora, pues, Padre, glorifícame con aquella gloria que ya compartía contigo antes de que el mundo existiera» (17,5).
Nuevo Testamento
Lc 4, 16-21: Jesús en Nazaret
Cristo, a fin de restaurar el mundo y reconducir a Dios Padre todos los habitantes de la tierra, mejorándolo todo y renovando, como quien dice, la faz de la tierra, asumió la condición de siervo —no obstante ser el Señor del universo— y trajo la buena noticia a los pobres, afirmando que precisamente para eso había sido enviado.
Jn 20, 1-9: Día de la Resurrección. El sepulcro vacío
¿Qué espectáculo podría haber más ridículo que el ofrecido por unos soldados vigilando un cadáver? Pero fueron puestos centinelas para que el muerto no echara a andar, el silencioso no hablara y el corazón traspasado no volviera a palpitar con una nueva vida.
Lc 24, 1-12: ¿Por qué buscas entre los muertos al que vive?
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lc 24, 5). Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que pasó ayer, y nos impulsa hacia adelante, hacia el futuro. Jesús no está en el sepulcro, es el Resucitado. Él es el Viviente, Aquel que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y le hace caminar atrayéndolo hacia Él. «Ayer» era la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y de la justicia; «hoy» es la resurrección perenne hacia la que nos impulsa el Espíritu Santo, donándonos la plena libertad.
Lc 19, 28-40: Entrada Mesiánica de Jesús en Jerusalén (Lc)
El pollino es un animal bediente y se deja cargar cómo y tanto como se quiere, sin disgusto y sin sacudir nunca la carga que se le pone encima… ¡Bienaventuradas las almas que son dóciles y sumisas, pues el Señor las conducirá.
Jn 7, 40-53: Nuevas discusiones sobre el origen de Cristo
El neo-paganismo [del nazismo] puede repudiar el amor, la historia nos enseña que, a pesar de todo, venceremos este neo -paganismo con el amor. No abandonaremos el amor. El amor recobrará los corazones de estos paganos. La naturaleza es más fuerte que la filosofía. Que una filosofía condene y rechace el amor y lo llame debilidad, el testimonio viviente del amor renovará siempre su fuerza para conquistar y cautivar los corazones de los hombres.
Jn 5, 1-3.5-16: Curación de un enfermo en la piscina de Betesda
El agua que se agitaba y removía en la piscina de Betesda, es la Pasión sufrida por el Salvador en medio de este pueblo. El que bajaba hasta el agua era curado, pero solamente uno, siendo así figura de la unidad.
Mt 5, 17-19: Cumplimiento de la Ley
Hay muchos que guardan los mandamientos como quien traga un medicamento, más por miedo a condenarse que por el gozo de vivir dando gusto al Salvador. Por el contrario, los corazones amantes aman los mandamientos y cuanto más difíciles, más dulces y agradables los encuentran porque complacen más al Amado y le dan más honor… El amante encuentra tanta suavidad en cumplirlos, que en nada encuentra más aliento que en la cruz, en la mortificación…
Mt 18, 21-35: Parábola del siervo sin entrañas
Todo hombre está en deuda con Dios y es al mismo tiempo acreedor de su hermano. A diario pedimos, a diario llamamos importunando en la oración a Dios para que nos oiga, a diario nos postramos y decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Qué deudas? ¿Todas o sólo algunas? Responderás: Todas. Pues haz tú lo mismo con tu acreedor. Tú mismo te fijas esta norma, tú mismo pones esta condición. A este pacto y a este compromiso te remites cuando oras y dices: Perdónanos, como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Lc 16, 19-31: El pobre Lázaro y el rico epulón
Murieron ambos, pero en ese día no perecieron los planes de aquel mendigo. Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. En ese día se realizaron todos sus deseos. Cuando exhaló su espíritu y la carne volvió a la tierra de donde salió, no perecerán sus planes, pues que espera en el Señor su Dios. Esto es lo que se aprende en la escuela de Cristo maestro, esto es lo que espera el alma del fiel oyente, éste es el certísimo premio del Salvador.