Acomodémonos, de buena gana, con los más achacosos y os aseguro que no por ello llegaremos más tarde a la perfección, al contrario, eso mismo será lo que nos conduzca a ella más aprisa, pues al no tener mucho que hacer, lo haremos más perfectamente. Y así es como nuestras obras agradan más a Dios, pues Él no tiene en cuenta la multiplicidad de cosas que hacemos por su amor, sino solamente el fervor de la caridad con que las hacemos.
Nuevo Testamento
Mt 7, 1-5 – Discurso evangélico: No juzgar
Al que te habla mal de su prójimo, respóndele: «¡Párate, hermano! Yo mismo caigo cada día en faltas más graves; siendo así, ¿cómo podré condenar a éste?» Así sacarás un doble provecho: te curarás a ti mismo y curarás a tu prójimo. No juzgar es un atajo que lleva al perdón de los pecados si es verdadera esta palabra: «No juzguéis y no seréis juzgados»… Algunos han cometido graves faltas a la vista de todos, pero en secreto han hecho grandes actos de virtud. Así es que sus detractores se han equivocado pues no han sabido ver más que la humareda y no han visto al sol…
Mt 5, 38-42 – Discurso evangélico: No resistáis al mal
En todas las cosas Cristo te invita a ser útil a tu prójimo, no teniendo en cuenta su maldad, sino poniendo tu bondad al máximo. De esta manera nos invita a hacernos semejantes a nuestro Padre «que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos».
Mt 6, 24-34 – Discurso evangélico: Dios y el dinero (Providencia)
«Buscad», no es más que una palabra, pero me parece que dice muchas cosas. Quiere decir… trabajar incesantemente para el reino de Dios y no permanecer en un estado flojo y parado, poner atención al interior para que esté bien regulado, pero no al exterior para divertirse… Buscar a Dios en vosotros, porque san Agustín confiesa que mientras le buscó fuera de él, no le encontró. Buscadle en vuestra alma que le es su agradable morada; es en ese fondo donde quedan establecidas todas las virtudes que sus siervos intentan practicar. La vida interior es necesaria, es preciso tender a ella; si la descuidamos, faltamos a todo… Busquemos ser personas de interioridad… Busquemos la gloria de Dios, busquemos el reino de Jesucristo…
Mt 6, 19-23: Discurso evangélico – Verdadero Tesoro y Lámpara del Cuerpo
¿Por qué Dios nos pide dar dinero? Seguramente porque sabe que particularmente nos gusta y que pensamos en eso sin cesar; y que allí dónde está nuestro dinero, allí también está nuestro corazón. Por eso Dios nos exhorta a tener tesoros en el cielo dando a los pobres; para que nuestro corazón siga allí donde ya enviamos nuestro tesoro y donde, cuando el sacerdote dice: «Levantemos el corazón», pudiéramos responder con una conciencia tranquila: «Lo tenemos levantado hacia el Señor».
Lc 9, 51-62 – La subida a Jerusalén: Mala acogida en pueblo samaritano y exigencias de la vocación apostólica
Es algo admirable y muy verdadero: cuando nuestra voluntad sigue el atractivo y consiente al movimiento divino, lo sigue tan libremente como libremente resiste también, cuando resiste. El consentimiento a la gracia depende mucho más de la gracia que de nuestra propia voluntad solamente; pero la resistencia a la gracia depende únicamente de la sola voluntad. Así de amorosa es la mano de Dios al manejar nuestro corazón; y así de diestra para comunicarnos su fuerza sin quitarnos nuestra libertad.
Mt 10, 7-13: Discurso apostólico – Misión de los Doce (Gratuidad)
«¡Sanad a los enfermos!» (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
Mt 5, 33-37: Discurso evangélico – El perjurio
Entre todas las palabras de la Revelación hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía su Nombre a los que creen en Él; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. «El nombre del Señor es santo». Por eso el hombre no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa (cf Za 2, 17). No lo empleará en sus propias palabras, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.
Mt 5, 27-32: Discurso evangélico – Matrimonio, adulterio, divorcio
El sermón de la montaña un gran cambio precisamente en el campo del ethos . Una moral viva, en el sentido existencial, no se forma solamente con las normas que revisten la forma de los mandamientos, de los preceptos y de las prohibiciones, como en el caso de «no adulterarás». La moral en la que se realiza el sentido mismo del ser hombre —que es, al mismo tiempo, cumplimiento de la ley mediante la «sobreabundancia» de la justicia a través de la vitalidad subjetiva— se forma en la percepción interior de los valores, de la que nace el deber como expresión de la conciencia, como respuesta del propio «yo» personal.
Mt 5, 1-12: Discurso evangélico – Las Bienaventuranzas
Buscáis la dicha, y no está donde la buscáis, corréis, pero fuera del camino. Aquí tenéis el camino que conduce a la felicidad: la pobreza voluntaria por mi causa, éste es el camino. El Reino de los cielos en mí, ésta es la dicha. Corréis mucho pero mal, cuanto más rápidos vais, más os alejáis del término…