…la cierva sedienta es el símbolo del orante que tiende con todo su ser, cuerpo y espíritu, hacia el Señor, al que siente lejano pero a la vez necesario: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» (Sal 41, 3). En hebraico una sola palabra, nefesh, indica a la vez el «alma» y la «garganta». Por eso, podemos decir que el alma y el cuerpo del orante están implicados en el deseo primario, espontáneo, sustancial de Dios…