Santo Tomás, apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado, no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de la India.
Alfertson Cedano
Mc 3, 20-35 – Satanás sometido a Dios y pecado imperdonable
Esta impenitencia contra la que clamaban al unísono el pregonero y el juez, diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de Dios, esta empedernida impenitencia es la que no tiene perdón ni en esta vida ni en la otra, pues la penitencia obtiene el perdón en esta vida, valedero para la futura.
Domingo X Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Homilías
La victoria de Cristo sobre el demonio había sido ya profetizada en el comienzo del mundo, cuando vemos a Dios anunciar que, si bien la mujer ha sucumbido a la tentación, su descendencia aplastará la cabeza de la serpiente. Por el pecado primero hay miserias y sufrimientos, pero se superan por la fe en Cristo resucitado, como dice San Pablo en la segunda lectura de este Domingo. Cristo, en el Evangelio, acosado por la calumnia, responde a ella proclamando su victoria sobre Satanás.
Jn 19, 31-37 La Crucifixión – Su costado fue traspasado con una lanza y salió sangre y agua
Que nadie diga: no me puede perdonar los pecados. ¿Cómo no va a poder el todopoderoso? Pero insistes: he pecado mucho. Y yo te replico: pero es todopoderoso. Y tú vuelves a la carga: He cometido tales pecados, que nunca podré ser liberado o purificado. Respondo: y sin embargo, él es todopoderoso.
Mc 14, 12-16. 22-26 – Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre
Vosotros celebrabais aquella cena en conmemoración de los prodigios obrados en Egipto; celebrad la nueva cena en conmemoración mía. Aquella sangre fue derramada para salvar a los primogénitos; ésta, para el perdón de los pecados de todo el mundo.
San Justino, mártir (1 de Junio). Memoria – Homilías
San Justino, mártir, que, como filósofo que era, siguió íntegramente la auténtica sabiduría conocida en la verdad de Cristo, la cual confirmó con sus costumbres, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido ante el prefecto Rústico y, por confesar que era cristiano, fue condenado a la pena capital (c. 165).
San Bonifacio, obispo y mártir (5 de Junio). Memoria – Homilías
San Bonifacio, obispo y mártir, que era monje en Inglaterra con el nombre de Wifrido por el bautismo, pero, llegado a Roma, el papa san Gregorio II le ordenó obispo, cambiándoselo a Bonifacio y enviándolo a Germania para anunciar a aquellos pueblos la fe de Cristo, donde logró ganar para la religión cristiana a mucha gente. Rigió la sede de Maguncia y hacia el final de su vida, al visitar a los frisios, en Dokkum fue asesinado por los paganos, consumando así su martirio (†754).
Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María (Sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés). Memoria – Homilías
Memoria del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María, acariciando en su corazón la memoria de los misterios de la salvación realizados en su Hijo, ella esperaba con confianza el cumplimiento en Cristo.
Mc 2, 23—3, 6 – El Hijo del Hombre es Señor también del sábado
Nuestro ocio consiste en abstenerse de las obras malas. También a nosotros Dios nos impone el sábado. ¿Cuál? Primero considerad dónde radica este sábado: nuestro sábado radica en el interior, en el corazón. Muchos, en efecto, descansan corporalmente, pero su conciencia vive en la agitación. Ningún hombre malo puede disfrutar del sábado, pues su conciencia no le deja un momento de reposo y se ve obligado a vivir en la turbación.
Domingo IX Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Homilías
La trascendencia cristiana del domingo reclama una fuerte conciencia comunitaria, que nuestra sociedad neopaganizada está muy lejos hoy de poseer. Poco a poco amplios sectores cristianos están paganizando de nuevo el Día del Señor. Y esto, aunque muchos sean inconscientes de su gravedad, es en realidad inmoral y escandaloso. Inmoral porque se trata de quebrantar un precepto grave; escandaloso, porque fomenta un ambiente mundano y conformista, suficiente para arrastrar a los débiles de conciencia hacia la irreligiosidad masiva o la apostasía anticristiana.