Así, a nosotros, hermanos, se nos llamó hijos de Abrahán, sin haberlo conocido personalmente y sin tener de él la descendencia carnal. ¿Cómo, pues, somos sus hijos? No en la carne, sino en la fe… Si Abrahán fue justo por creer, todos los que después de él imitaron la fe de Abrahán se hicieron hijos de él.
Alfertson Cedano
Martes XII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Así, pues, te ruego y te aconsejo con afecto de padre: ya que has dejado Sodoma para caminar presuroso hacia los montes, no mires a tu espalda, no sueltes la mancera del arado, ni el borde del vestido del Salvador, ni sus cabellos húmedos con el rocío de la noche; nada entonces de lo que has logrado asir permitas se te escape, ni bajes tampoco del tejado de las virtudes a buscar los vestidos antiguos, no te vuelvas del campo a la ciudad, no ames como Lot los parajes llanos y amenos (Gén 13,10), que no son regados por el cielo, como la tierra santa, sino por el turbulento río Jordán después de haber perdido la dulzura de sus aguas mezclándose con el mar Muerto.
Lunes XII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
No existía base alguna en absoluto donde apoyar la esperanza: mirando empero a quien le hacía la promesa, lo creía aun sin llevar camino. He ahí cumplido ante nosotros lo que fue objeto de su fe; creemos, en consecuencia, lo que no vemos por lo que viendo estamos. Engendró a Isaac: no lo hemos visto. Isaac engendró a Jacob: lo que tampoco vimos; éste engendró a sus doce hijos; que no hemos visto tampoco; y sus doce hijos engendraron al pueblo de Israel que ahora estamos viendo…
Domingo XIII Tiempo Ordinario (A) – Homilías
La primera y la tercera lecturas se corresponden. En la primera Dios bendice el hogar que había acogido al profeta Eliseo; en el Evangelio, Jesús, después de haber invitado a los apóstoles a dejarlo todo para que le sigan a Él solo, promete su bendición a los que los acojan con generosidad y cariño. En la segunda lectura San Pablo que ya nos enseñó que hemos sido salvados por la muerte y resurrección del Señor, nos muestra ahora cómo el bautismo nos introduce en este misterio.
Domingo XII Tiempo Ordinario (A) – Homilías
Este evangelio de hoy nos invita a mirar al juicio –«nada hay escondido que no llegue a saberse»–. En ese momento se aclarará todo. Y en esa perspectiva, ante lo único que tenemos que temblar es ante la posibilidad de avergonzarnos de Cristo, pues en tal caso también Él se avergonzará de nosotros ese día ante el Padre. El único mal real que el hombre debe temer es el pecado, que le llevaría a una condenación eterna –«temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo»–. Ante este evangelio, ¡cuántas maneras de pensar y de actuar tienen que cambiar en nuestra vida!.
Mt 10, 37-42 – Discurso apostólico: Renuncia y seguimiento
Parece duro y grave este precepto del Señor de negarse a sí mismo para seguirle. Pero no es ni duro ni grave lo que manda aquel que ayuda a realizar lo que ordena. Es verdad, en efecto, lo que se dice en el salmo: Según tus mandatos, yo me he mantenido en la senda penosa. Como también es cierto lo que él mismo afirma: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. El amor hace suave lo que hay de duro en el precepto.
Mt 10, 26-33 — Discurso apostólico: En la persecución, confiar en Él
Despreciad la tentación, volviendo, sencillamente, vuestro corazón a Dios y, al volveros hacia Él, decidle por ejemplo: Soy tuya, Dios mío. ¡Jesús es bueno! ¡Viva Jesús! y otras palabras semejantes. En suma, es un buen medio, para vencer, el no mirar al enemigo, sino volverse hacia el Amado celestial; y, aunque el enemigo aúlle y eche venablos, para rechazarle basta con no responderle, con no entretenerse con él ni hacerle caso… Confiemos a Dios nuestros buenos deseos y no estemos ansiosos pensando si fructificarán; pues quien nos ha dado la flor del deseo, también nos dará el fruto de su cumplimiento para su gloria, siempre que tengamos una fiel y amorosa confianza en Él.
Mt 11, 25-30 — El Misterio del Reino: Magisterio del Amor y de la Humildad
El Evangelio de la mansedumbre y de la humildad va al mismo paso que el Evangelio de las exigencias morales y hasta de las severas amenazas a quienes no quieren convertirse. No hay contradicción entre el uno y el otro. Jesús vive de la verdad que anuncia y del amor que revela y es éste un amor exigente como la verdad de la que deriva. Por lo demás, el amor ha planteado las mayores exigencias a Jesús mismo en la hora de Getsemaní, en la hora del Calvario, en la hora de la cruz. Jesús ha aceptado y secundado estas exigencias hasta el fondo, porque, como nos advierte el Evangelista, Él «amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). Se trata de un amor fiel, por lo cual, el día antes de su muerte, podía decir al Padre: «Las palabras que tú me diste se las he dado a ellos».
Sagrado Corazón de Jesús (A) – Homilías
Dios no tiene miedo de vincularse. Esto nos puede parecer extraño: a veces llamamos a Dios «el Absoluto», que significa literalmente «libre, independiente, ilimitado»; pero, en realidad, nuestro Padre es «absoluto» siempre y solamente en el amor: por amor sella una alianza con Abraham, con Isaac, con Jacob, etc. Quiere los vínculos, crea vínculos; vínculos que liberan, que no obligan.
San Luis Gonzaga, religioso (21 de Junio). Memoria – Homilías
San Luis Gonzaga, religioso, que, nacido de nobilísima estirpe y admirable por su pureza, renunció a favor de su hermano el principado que le correspondía e ingresó en Roma en la Orden de la Compañía de Jesús. Murió, aún joven, por haber asistido durante una grave epidemia a enfermos contagiosos. († 1591).