La Iglesia es en realidad la Jerusalén abierta a todos los pueblos. Fue el mismo Jesús el que dio el mandato: «id a todos los pueblos y predicad la buena nueva; el que crea se salvará, el que no crea será condenado» (Mt 28,19; Mc 16,15-18). De ese mandato parte siempre la condición misionera de toda la Iglesia, de todo cristiano.
Alfertson Cedano
Lunes XXVI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Yo libertaré a mi pueblo del país de Oriente y Occidente. Son oráculos de felicidad. Zacarías es el profeta del retorno del destierro; reconstrucción, vida larga, alegría… Pero todo esto se realizará en Cristo y su obra con sentido espiritual y sublime.
Sábado XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Un ángel mide la nueva Jerusalén: tendrá fortificaciones y murallas de fuego, símbolo de la gloria de Dios. Todos los pueblos acudirán allí para adorar al Señor. San Juan aplica esto a la Jerusalén celeste en el Apocalipsis.
Viernes XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El profeta anuncia que la gloria del futuro templo superará a la del antiguo de Salomón, a pesar de su aparente modestia. Se refiere a la grandeza moral que le está reservada. Será el centro religioso del mundo. En lontananza ve el profeta la era mesiánica, que será interpretada de un modo diferente al que en realidad fue. Dios transformará el mundo totalmente hasta que sea reducido al Reino de Jesucristo. No nos dejemos captar por las apariencias. La grandeza de Dios estará firme en lo interior, en la humildad. Por eso muchos no entendieron a Cristo, ni lo entienden todavía.
Jueves XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El profeta se dirige a dos autoridades: civil y religiosa, como responsables principales de la incuria por no continuar las obras del templo, comenzadas quince años antes (537 antes de Cristo), a raíz del retorno del destierro. Esto fue debido a manejos de gentes hostiles, sin religiosidad. El profeta lo echa en cara, pues se han preocupado más de sus casas que de la del Señor. De ahí el castigo de las malas conductas. Una lección para nosotros: primero lo de Dios, luego lo nuestro. Entonces Dios nos mostrará su gloria.
Miércoles XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Sea nuestra ocupación un continuo llanto y una continua oración: estas son las armas celestiales con que perseveran y se defienden nuestras almas. Ayudémonos unos a otros con oraciones, y consolémonos con recíproca caridad en nuestro trabajo. Aquel que por la misericordia de Dios mereciere ir primero, conserve siempre en la presencia de Dios su caridad para con sus hermanos, para implorar la clemencia divina a favor de los fieles que dejó en el mundo.
Martes XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
La fiesta actualiza una esperanza auténtica al término de la salvación: el pasado de Dios asegura el provenir del pueblo. El Éxodo conmemorado anuncia y garantiza un nuevo éxodo: Israel será un día definitivamente liberado, el reinado de Yahvé se extenderá a todas las naciones.
Lunes XXV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
No todos tienen un sentido adecuado del culto en el templo: sus vidas no responden al culto. Por eso los profetas fustigan ese culto suyo y esa confianza supersticiosa (Jer 7,4; Is 1,11-17; Jer 6,20; Ez 8,7-18). Con la purificación del pueblo en el destierro, Dios quiere la reconstrucción del templo (Esd 3-6), como centro del judaísmo.
Sábado XXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El pastor ideal es ante todo el que dirige los combates de la fe. Esto es fundamental en la doctrina paulina. Lo esencial en ese combate no es la lucha contra los enemigos de la fe; la fe es un combate en la medida en que la creencia lleva automáticamente consigo la fidelidad y la constancia, la lucha consigo mismo para obtener la victoria personal y la preocupación por la fe y la salvación de los demás, sobre todo cuando se es responsable de una comunidad. Por eso ha de ser constante nuestra oración por los que rigen la Iglesia o algunas de sus partes.
Viernes XXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
He aconsejado a los ricos. Oíd ahora los pobres. Los primeros, dad; los segundos, no robéis. Los unos dad de vuestra riqueza; los otros frenad vuestras apetencias. Escuchad los pobres al Apóstol: Es una gran ganancia la piedad con lo suficiente. Tenéis en común con los ricos el mundo, pero no la casa. Tenéis en común con ellos el cielo y la luz. Buscad lo que basta; buscad eso, nada más. Las demás cosas oprimen, no elevan; cargan, no honran… Nació el rico, nació el pobre. Os encontrasteis caminando al mismo tiempo por un camino. Tú no oprimas; tú no engañes. Este necesita, aquel tiene. A ambos los hizo el Señor. A través del que tiene socorre al necesitado; a través de quien no tiene prueba al que tiene. Lo hemos escuchado; lo hemos dicho; hermanos, preocupémonos, oremos, lleguemos.