La esclavitud del pecado acaba en la muerte; pero la sumisión a la justicia de Dios produce la santidad y lleva a la vida eterna.
Alfertson Cedano
Miércoles XXIX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Niégate a entregar armas a la concupiscencia y brillará tu victoria. Lucha, esfuérzate: ningún atleta recibe la corona sin sudor. Vives en estado de competición, participas en un combate… Si la carne despierta la pasión, ordena el espíritu en la castidad; si la carne incita a la ira, imponga tu espíritu la misericordia. Si, envuelto en este combate, no pones a disposición de la concupiscencia rebelde tus miembros, los que fueron en otro tiempo armas de iniquidad al servicio del pecado, se convierten ahora en armas de justicia al servicio de Dios.
Martes XXIX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El hombre entero será salvado, ya que el hombre entero cometió el delito… Sería indigno de Dios que devolviera la salud a la mitad del hombre, por decirlo así; vendría a ser menos que los mismos gobernantes de este mundo, que siempre conceden indulto en forma total. ¿Habrá que admitir que el diablo es más fuerte para el mal del hombre, al lograr destrozarlo totalmente, mientras que Dios es más débil, ya que no lo restaura en su totalidad? Pero dice el Apóstol: donde abundó el delito, sobreabundó la gracia (Rom 5,20).
Lunes XXIX Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El apegamiento a las riquezas es una idolatría: no es posible servir a dos señores: o se sirve a Dios o a las riquezas. Jesús no está contra las riquezas en sí mismas, sino que nos alerta ante los que ponen su seguridad en el dinero, que puede convertir a la religión una agencia de seguros.
Sábado XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Abrahán creyó y esperó contra toda esperanza; esto es, contra toda esperanza humana, puso en Dios su esperanza, y ésta todo lo puede y todo lo vence.
Viernes XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Contra quienes dicen que Dios es bueno y misericordioso, y que no dejará que se pierda muchedumbre tan grande, salvando a unos pocos…, contra éstos dice el Apóstol: ¿ignoras que la paciencia de Dios es para llevarte a la penitencia? Tú, en cambio, de acuerdo con la dureza e impenitencia de tu corazón, te atesoras ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, que recompensará a cada uno según sus obras.
Jueves XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
En realidad este pasaje resulta una condenación perfecta de la superstición de los judíos, los cuales, construyendo los sepulcros de sus profetas, condenaban los hechos de sus padres, y atraían sobre sí mismos la sentencia de condenación. En efecto, con la edificación de los sepulcros de los profetas pregonaban el crimen de aquellos que los habían matado, e imitando sus acciones, se declaraban herederos de la iniquidad paterna.
Miércoles XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Todo este pasaje resulta de una gran belleza y nos invita a buscar la sencillez, mientras condena las cosas superfluas y terrenas de los judíos, los cuales, precisamente por juzgar las cosas de la Ley según la letra, no sin razón son comparados a la copa de vidrio y del plato, modelo de fragilidad; ellos observan aquellas cosas que para nosotros no son de utilidad alguna y, sin embargo, descuidan aquellas otras en las que está puesto el fruto de nuestra esperanza; y por eso cometen un gran pecado por despreciar aquello que es más perfecto…
Martes XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
¿Por qué son inexcusables? Porque conociendo a Dios, no lo glorificaron… Cual si fuesen grandes sabios, convirtieron en dioses propios a animales mudos e irracionales… Ve hasta dónde llegaron. Grande fue la altura adonde los condujo su búsqueda, pero idéntica fue la profundidad donde los sumergió su caída: el hundimiento es tanto más grande cuanto mayor es la altura desde que se cae.
Lunes XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Yo glorifico a Jesucristo, Dios, que es quien hasta tal punto os ha hecho sabios; pues muy bien me di cuenta de cuán apercibidos estáis de fe inconmovible, bien así como si estuvierais clavados en carne y espíritu sobre la cruz de Cristo, y qué afianzados en la caridad por la sangre del mismo Jesucristo. Y es que os vi llenos de certidumbre en lo tocante a nuestro Señor, el cual es, con toda verdad, del linaje de David, según la carne (Rom 1,2-3), Hijo de Dios según la voluntad y poder de Dios, nacido verdaderamente de una Virgen, bautizado por Juan, para que por Él fuera cumplida toda justicia (Mt 3,15).