Él es Dios. El vino para eso, para quitar el pecado del mundo. Por eso nosotros nos presentamos ante el Señor como pecadores, como pobres paralíticos, cargados de pecados. Y Cristo nos sana y nos perdona. El establece en la Iglesia un sacramento: el de la penitencia o reconciliación, para perdonar los pecados de todos los que con buena disposición se acerquen al sacerdote.
Alfertson Cedano
Jueves I Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Este milagro es signo del poder del Hijo de Dios. El hecho prodigioso se divulga, contra la voluntad del Salvador, y se enciende el entusiasmo del pueblo. Verdaderamente solo en Cristo está nuestra salvación.
Miércoles I Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
¡Ojalá venga [Jesús] y entre en nuestra casa y, con un mandato suyo, cure la fiebre de nuestros pecados! Porque todos nosotros tenemos fiebre. Tengo fiebre, por ejemplo, cuando me dejo llevar por la ira. Existen tantas fiebres como vicios. Por ello, pidamos a los Apóstoles que intercedan ante Jesús para que venga a nosotros y nos tome de la mano; pues si Él toma nuestra mano, la fiebre huye al instante. Él es un médico egregio, el verdadero protomédico. Sabe tocar sabiamente las venas y escrutar los secretos de las enfermedades. No toca el oído, no toca la frente, no toca ninguna otra parte del cuerpo, sino la mano.
Martes I Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La oración fortaleció a los débiles, curó a los enfermos, liberó a los endemoniados, abrió las mazmorras, soltó las ataduras de los inocentes. La oración perdona los delitos, aparta las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los pusilánimes, recrea a los magnánimos, conduce a los peregrinos, mitiga las tormentas, aturde a los ladrones, alimenta a los pobres, rige a los ricos, levanta a los caídos, sostiene a los que van a caer, apoya a los que están en pie… ¿Qué más decir en honor de la oración? Incluso oró el mismo Señor, a quien corresponde el honor y la fortaleza por los siglos de los siglos.
Lunes I Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
«¡Cuál es –me preguntas– la cabeza de la virtud? La cabeza de la virtud es la humildad. De ahí que Cristo empezara por ella sus Bienaventuranzas diciendo: «bienaventurados los pobres de espíritu» (Mt 5,3). Esta cabeza no tiene ciertamente preciosa cabellera ni trenzas; pero sí tal belleza que enamora al mismo Dios… Esta cabeza, en lugar de cabellos y cabellera, ofrece a Dios sacrificios agradables. Ella es el altar de oro y el propiciatorio espiritual. Porque sacrificio es para Dios «un espíritu contrito».
Sábado XXXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Esta virtud de la paciencia derrama sus frutos con profusión y exuberancia por todas partes. La paciencia es la que nos recomienda y guarda para Dios; modera nuestra ira, frena la lengua, dirige nuestro pesar, conserva la paz, endereza la conducta, doblega la rebeldía de la pasión, reprime el orgullo, apaga el fuego de los enconos, contiene la prepotencia de los ricos, alivia la necesidad de los pobres… Es la que fortifica sólidamente los cimientos de nuestra fe, y levanta en alto nuestra esperanza… Ella nos lleva a perseverar como hijos de Dios, imitando la paciencia del Padre.
Viernes XXXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
La caída de Jerusalén fue un gran impulso providencial de Dios a su Iglesia, porque le ha obligado a abrirse decididamente a las naciones y a establecer un culto espiritual, liberado del particularismo del templo.
Jueves XXXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Una vez más comprobamos que la providencia de Dios está sobre todas las vicisitudes de la vida y, sobre todo, que nunca ha quedado desmentida la protección solícita con que guarda a sus siervos fieles.
Miércoles XXXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El que nos creó nos dio garantías aun sobre nuestros propios cabellos. Si Dios cuenta nuestros cabellos, ¡cuánto más contará nuestras costumbres! Ved que Dios no desprecia ni siquiera vuestras cosas más insignificantes. Si las despreciara, no las crearía. En efecto, Él creó nuestros cabellos, que tiene contados… ¿Por qué, pues, temes a un hombre, tú, hombre que te hallas en el seno de Dios? Procura no salir de tal seno. Cualquier cosa que sufras allí dentro te servirá de salvación, no de perdición.
Martes XXXIV Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
La piedra que cae y destruye la estatua es para algunos el monoteísmo yavista, sublimado en Cristo, opuesto a la idolatría la estatua de los grandes imperios. Es un Reino nuevo, llamado a extenderse rápidamente sobre toda la tierra. Por lo mismo hay que dar a esa piedra un significado mesiánico, en su sentido pleno. Cristo es la piedra angular, que desecharon los constructores, pero que ha venido a ser el punto clave del Reino espiritual de Dios.