Sacudid vuestra fe, aplicad los ojos del corazón, no los de la carne. Tenéis, en efecto, otros ojos interiores; son obra del Señor, que abrió los ojos de nuestro corazón cuando os otorgó la fe. Preguntad a esos ojos quiénes recibieron más: los Macabeos o los tres niños. Pregunto a la fe. Si pregunto a los hombres, amantes de este mundo, dirán: yo quisiera estar con aquellos tres niños. Es la respuesta de un alma débil. Avergüénzate ante la madre de los Macabeos, pues ella prefirió que sus hijos muriesen, porque sabía que no morirían.
noviembre 2017
Martes XXXIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El cristiano es un embajador del Señor, pero no es dueño del mensaje que transmite. Por eso su intransigencia para guardar la pureza del mensaje no se podrá tachar de fanatismo o de integrismo, sino de fidelidad a una misión debidamente aceptada. Esto le traerá a veces persecuciones, como a Jesucristo, a los Apóstoles y a todos los Santos, pero en esto está la alegría y el triunfo. Ya pasó el tiempo de juzgar las cosas con la oscura mentalidad humana. Hemos de tener el corazón siempre abierto a todos los pensamientos del Espíritu Santo, guardando la fortaleza y la simplicidad del corazón.
Lunes XXXIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Gritaba el ciego cuando pasaba Jesús. Temía que pasara y no le curara. ¿Cómo gritaba? Hasta el punto de no callar, aunque la muchedumbre se lo ordenaba. Venció oponiéndose a ella, y voceando consiguió al Salvador. Al vocear la muchedumbre y prohibirle gritar, se paró Jesús, lo llamó y le dijo: ¿Qué quieres que haga? Y él contestó: Señor, que vea. Mira, tu fe te ha salvado. Amad a Cristo. Desead la luz de Cristo. Si aquel ciego desea la luz corporal, ¡cuánto más debéis desear vosotros la del corazón! Gritemos ante Él no con la voz, sino con las costumbres. Vivamos santamente, despreciemos el mundo, consideremos como nulo todo lo que pasa.
Sábado XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Lo más importante en la celebración de la pascua judía es esto, la liberación, el paso de Yahvé, el «paso» del Mar Rojo… Y de modo semejante, en nuestra Pascua cristiana lo más decisivo es la liberación del pecado por el bautismo, el «paso» de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios.
Viernes XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El libro de la Sabiduría [13,8-9] acusa a los que consumieron su tiempo y las ocupaciones de sus discusiones en estudiar y en cierto modo medir las criaturas: investigaron las órbitas de los astros, los intervalos de las estrellas, los caminos de los cuerpos celestes, hasta tal punto que, con ciertos cálculos lograron la ciencia de predecir los eclipses del sol, de la luna y, según predecían, se realizaban en el día y hora, en la intensidad y parte anunciada por ellos. ¡Gran habilidad! ¡Gran talento! Pero, cuando buscaban al Creador, que no estaba lejos de ellos, no lo hallaron. Si lo hubieran hallado lo tendrían consigo… ¿Por qué buscas una voz más fuerte? A ti te están clamando el cielo y la tierra: Dios me hizo.
Jueves XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
El Dios único y Santo de Israel es al mismo tiempo el Dios que salva y que comparte su ser, comunicándolo por la vida de la gracia.
Miércoles XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Es necesaria la sabiduría a los que rigen los pueblos, pero también a los que son regidos. Todo hombre tiene siempre algo que regir, si no a los demás, sí al menos a sí mismo. Toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la autoridad en la Sagrada Escritura aparece sometido a las exigencias imperiosas de la voluntad divina. La autoridad confiada por Dios no es absoluta: está limitada por las obligaciones morales.
Martes XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Solo Dios puede condenar. Podemos ir a la muerte con la confianza de que Dios es nuestro Padre, que quiere que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». Los que en Él confían conocerán la verdad y los fieles permanecerán con Él en el amor, porque sus elegidos encontrarán gracia y misericordia. Seremos examinados en el amor, y si aprobamos ese examen, moraremos perpetuamente en la mansión del Amor, porque «Dios es Amor».
Lunes XXXII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
A esto se llama amar la justicia, es decir, comulgar con la voluntad de Dios, tener un corazón sencillo, orientar la vida únicamente a la búsqueda de Dios. Esto significa también «prestar fe» a Dios, fiarse de Él, «tomar su mano», la mano que Dios tiende para conducirnos en medio de los acontecimientos. Y renunciar al pecado con la ayuda de su gracia.
Domingo XXXII Tiempo Ordinario (A) – Homilías
La parábola pone el acento en esta atención vigilante a Cristo que viene, para estar preparado, con vestido de bodas (Mt 22,11-14). Lejos de temer esta venida, el cristiano la desea, como la esposa desea la vuelta del marido que marchó de viaje. El cristiano no se entristece por la muerte «como los hombres sin esperanza» (1 Tes 4,13). La muerte es sólo un «dormir» y el cristiano tiene la certeza de que será despertado y experimentará la dicha de «estar siempre con el Señor» (1 Tes 4,17). Por eso, en lugar de vivir de espaldas a la muerte, el verdadero creyente vive «aguardando la vuelta de Jesús desde el cielo».