¿Por qué son inexcusables? Porque conociendo a Dios, no lo glorificaron… Cual si fuesen grandes sabios, convirtieron en dioses propios a animales mudos e irracionales… Ve hasta dónde llegaron. Grande fue la altura adonde los condujo su búsqueda, pero idéntica fue la profundidad donde los sumergió su caída: el hundimiento es tanto más grande cuanto mayor es la altura desde que se cae.
octubre 2017
Lunes XXVIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Yo glorifico a Jesucristo, Dios, que es quien hasta tal punto os ha hecho sabios; pues muy bien me di cuenta de cuán apercibidos estáis de fe inconmovible, bien así como si estuvierais clavados en carne y espíritu sobre la cruz de Cristo, y qué afianzados en la caridad por la sangre del mismo Jesucristo. Y es que os vi llenos de certidumbre en lo tocante a nuestro Señor, el cual es, con toda verdad, del linaje de David, según la carne (Rom 1,2-3), Hijo de Dios según la voluntad y poder de Dios, nacido verdaderamente de una Virgen, bautizado por Juan, para que por Él fuera cumplida toda justicia (Mt 3,15).
Sábado XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
¿Acaso no hacía la voluntad del Padre la Virgen María, que en la fe creyó, en la fe concibió, elegida para que de ella nos naciera la salvación entre los hombres, creada por Cristo antes de que Cristo fuese en ella creado? Hizo sin duda Santa María la voluntad del Padre; por eso es más para María ser discípula de Cristo que ser Madre de Cristo. Más dicha le aporta el haber sido discípula de Cristo que el haber sido su Madre. Por eso era María bienaventurada, pues antes de dar a luz llevó en su seno al Maestro… Por eso era bienaventurada María, porque oyó la Palabra de Dios y la guardó; guardó la verdad en su mente mejor que la carne en su seno.
Viernes XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Resulta una gran insensatez, unida a un furor sacrílego, el hecho de que, habiéndose encarnado el Hijo de Dios para desterrar a los espíritus inmundos y habiendo dado también a los hombres el poder de destruir esos malos espíritus, despojándoles de su botín, que es la señal ordinaria de los vencedores, algunos invoquen en su favor la ayuda y la defensa del poder diabólico, cuando precisamente los demonios son arrojados por el dedo de Dios o, como dice Mateo, con el Espíritu de Dios.
Jueves XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquiló en sí el bien que pudo ser eterno… Y no se extinguirá la muerte, sino que será muerte sempiterna, y el alma no podrá vivir sin Dios, ni librarse de los dolores muriendo.
Miércoles XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Jamás ceséis de orar: arrodillaos, cuando podáis, y cuando no, invocad a Dios de corazón, por la noche, por la mañana y al mediodía. Si tenéis cuidado de orar antes de poneros al trabajo, y si al levantaros empezáis por ofrecer a Dios vuestra oración, como las primicias de vuestras acciones, estad persuadidos de que el pecado no hallará entrada en vuestra alma.
Martes XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Desde la profundidad gritaron los ninivitas y encontraron el perdón. Y la amenaza del profeta quedó anulada con más facilidad por la humillación de la penitencia. Aquí dirás: yo estoy ya bautizado en Cristo, momento en que se perdonaron todos mis pecados, y que después a los ojos de Dios me he hecho cual perro horrible, que vuelve a su vómito. ¿Adónde huiré de su espíritu? ¿Adónde huiré de su presencia? ¿Adónde, hermano, sino mediante el arrepentimiento, irás a la misericordia de Aquél, cuyo poder habías despreciado al pasar? Nadie puede huir efectivamente de Él a no ser huyendo hacia Él, huyendo de su severidad a su bondad?
Lunes XXVII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Puesto que nadie es tan verdaderamente nuestro prójimo como el que ha curado nuestras heridas, amémosle, viendo en Él a nuestro Señor, y querámosle como a nuestro prójimo; pues nada hay tan próximo a los miembros como la Cabeza. Y amemos también al que es imitador de Cristo y a todo aquel que se asocia al sufrimiento de su Cuerpo.
Sábado XXVI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
Así como el médico procura con medicamentos atraer a la parte exterior del cuerpo ciertas enfermedades o daños interiores, aunque ocasione en esta operación al paciente más crueles dolores de los que padecía, del mismo modo Dios, cuando ve que nuestros males espirituales penetran hasta lo íntimo, saca al público la iniquidad que estaba oculta, para que nos reconozcamos y apliquemos los remedios oportunos.
Viernes XXVI Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
¡Qué vergonzoso es en un cristiano, siendo él un siervo, huir del trabajo y no querer padecer por sus pecados, habiendo padecido Jesucristo por los nuestros, siendo el Señor! Si el Hijo de Dios padeció por hacernos a nosotros también hijos, ¿cómo los hombres rehúsan el padecer por conservar la calidad de hijos de Dios y semejantes a Jesucristo?