«¡Necio filósofo de este mundo! Eso que buscas es nada… ¿De qué aprovecha que tengas sed, si desprecias la fuente?… ¿Y cuál es su precepto sino que creamos en Él y nos amemos mutuamente? ¿Creer en quién? En Cristo crucificado. Este es su mandato: que creamos en Cristo crucificado… Pero donde está la humildad, está también la majestad; donde la debilidad, allí el poder; donde la muerte, allí también la vida. Si quieres llegar a la segunda parte, no desprecies la primera»
marzo 2017
Martes II del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Las mismas prácticas y gestos religiosos quedan despojadas de su auténtico sentido, ante el deseo desordenado de hacerse notar. Además, el hipócrita pone su ciencia teológica al servicio de su egoísmo, aprovechando su erudición para escoger, entre la casuística de los preceptos, aquellos que le a él le reportan beneficio y cargando a otros con mandamientos de los que ellos mismos se consideran dispensados.
Lunes II del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Ved, hermanos, que la cosa está clara y que la amonestación es útil… Todo hombre, al mismo tiempo que es deudor ante Dios, tiene a su hermano por deudor… Por esto el Dios justo estableció que, así como te comportes con tu deudor, se comportará Él contigo… Respecto al perdón, tú no solo quieres que se te perdone tu pecado, sino que también tienes a quién perdonar… Por tanto, si queremos que se nos perdone a nosotros, hemos de estar dispuestos a perdonar todas las culpas que se cometan contra nosotros…
Mt 17, 1-9 – La transfiguración (Mt)
En aquella transfiguración se trataba, sobre todo, de alejar de los corazones de los discípulos el escándalo de la cruz, y evitar así que la humillación de la pasión voluntaria conturbara la fe de aquellos a quienes se había revelado la excelencia de la dignidad escondida.
Sábado I del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Dios muestra su paciencia, difiriendo el ejercicio de su poder. Reconoce tú también las circunstancias y no dejes que los ojos se enciendan enojados… Tienes algo que hacer. Evita los altercados y dedícate a la oración. No devuelvas insulto por insulto, antes bien ora por quien te insulta. Ya que le quieres, habla a Dios por él… Abre tú los ojos a la luz; tú, envuelto en tinieblas, reconoce al hermano que está fuera de ellas… Ante el Padre tenemos una sola voz: «Padre nuestro que estás en los cielos…» ¿Por qué no tener también una misma paz?.
Jueves I del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Cuando quieres reconstruir en ti aquella morada que Dios se edificó en el primer hombre, adórnate con la modestia y la humildad y hazte resplandeciente con la luz de la justicia; decora tu ser con la fe y la grandeza de alma, a manera de muros y piedras; y, por encima de todo, como quien pone la cúspide para coronar un edificio, coloca la oración, a fin de preparar a Dios una casa perfecta y poderle recibir en ella como si fuera una mansión regia y espléndida, ya que, por la gracia divina, es como si poseyeras la misma imagen de Dios colocada en el templo de tu alma.
Miércoles I del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Prestad atención a lo que era Nínive y ved que fue derruida. ¿Qué era Nínive? Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; se entregaban al perjurio, a la mentira, a la embriaguez, a los crímenes, a toda clase de corrupción. Así era Nínive. Fíjate cómo es ahora: lloran, se duelen, se contristan en el cilicio y la ceniza, en el ayuno y en la oración. ¿Dónde está aquella otra Nínive? Ciertamente ha sido derruida, porque sus acciones ya no son las de antes.
Martes I del Tiempo de Cuaresma – Homilías
El Hijo de Dios, entre todos los demás saludables consejos y divinos preceptos con los que orientó a su pueblo para la salvación, le enseñó también la manera de orar, y, a su vez, Él mismo nos instruyó y aconsejó sobre lo que teníamos que pedir. El que nos dio la vida nos enseñó también a orar, con la misma benignidad con la que da y otorga todo lo demás, para que fuésemos escuchados con más facilidad, al dirigirnos al Padre con la misma oración que el Hijo nos enseñó.
Lunes I del Tiempo de Cuaresma – Homilías
El gran signo de la verdadera santidad es el amor a Dios y al prójimo. Es tan trascendental ver al Señor en el prójimo, que nuestro encuentro definitivo con Él versará sobre la manera en que lo hemos vivido a través del prójimo. Es lo que dice San Juan de la Cruz: «en el atardecer de nuestra vida seremos examinados sobre el amor». En nuestro caminar hacia Dios en este mundo, el incumplimiento de este precepto nos hace caminar en tinieblas y nos imposibilita la participación en la celebración del Sacramento del Amor.
Sábado después de Ceniza Tiempo de Cuaresma – Homilías
Con las obras de caridad hacia los demás hombres, nuestros hermanos, el cristiano sale, por la abnegación, de su egoísmo, y ésta es la mejor conversión, la penitencia que agrada a Dios. No son sólo obras de caridad las materiales, como la limosna, la ayuda en la enfermedad y la ancianidad, sino todas las que derivan del amor, como la disponibilidad, el servicio y la entrega.