El libro que llenó las entrañas se ha hecho en la boca dulce como la miel, porque los que de veras han aprendido a amarle en las entrañas de su corazón, ésos saben hablar dulcemente del Señor omnipotente. Si la Sagrada Escritura es dulce al paladar de éstos, cuyas vísceras vitales están llenas de los mandatos de Él, porque a quien los lleva impresos interiormente para vivir, a ése le es agradable hablar de ellos. En cambio, no resulta dulce el sermón a quien una vida réproba está remordiendo dentro de la conciencia.
agosto 2016
Lunes XIX Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
El Señor se muestra bajo la forma de un fuego abrasador. La descripción hace resaltar la trascendencia omnipotente de Dios sobre el universo creado. «Yo vine a traer fuego a la tierra, y ¿qué quiero sino que arda?» (Lc 12, 49). Según esto, se trae fuego a la tierra cuando el alma terrena, inflamada por el ardor del Espíritu Santo, quema totalmente sus deseos carnales. Pero del mal fuego se dice: «el fuego abrasador que ha de consumir a los enemigos» (Heb 10,27), porque el corazón perverso se consume en su malicia; pues como el fuego del amor eleva la mente, así el fuego de la malicia la hace caer por tierra; pues así como el Espíritu Santo eleva el corazón que Él llena, así el ardor de la malicia le inclina siempre a lo bajo…
Lc 12, 32-48 – Lámparas encendidas. Vigilancia.
Donde la oscuridad es muy densa, se necesitan muchas lámparas, para que en medio de tan profundas tinieblas brille la luz de nuestros méritos. Estas son las lámparas que la ley dispuso que ardieran continuamente en la tienda del encuentro. En efecto, la tienda del encuentro es este nuestro cuerpo, en el cual vino Cristo a través de un templo más grande y más perfecto, como está escrito, para entrar en el santuario por su propia sangre y purificar nuestra conciencia de la mancha y de las obras muertas; de este modo, en nuestros cuerpos, que mediante el testimonio y calidad de sus actos manifiestan lo oculto y escondido de nuestros pensamientos, brillará, cual otras tantas lámparas, la clara luz de nuestras virtudes. Éstas son las lámparas encendidas, que día y noche lucen en el templo de Dios. Si conservas en tu cuerpo el templo de Dios, si tus miembros son miembros de Cristo, lucirán tus virtudes, que nadie conseguirá apagar, a menos que las apague tu propio pecado. Resplandezca la solemnidad de nuestras fiestas con esta luz de mente pura y afectos sinceros.
Domingo XIX Tiempo Ordinario (C) – Homilías
«Estad preparados». La parábola nos recuerda una verdad esencial de la enseñanza de Jesús: que Él va a volver y que hay que permanecer vigilantes, a la espera. Los bienes materiales pueden hacernos olvidar lo único importante: ¡sería trágico! Todo lo de aquí abajo es provisional, es relativo (cf. 1Cor 7,29-31). «Administrador fiel y solícito». Mientras estamos en este mundo somos nada más –¡y nada menos!– que administradores de los bienes que Dios nos confía. Unos bienes que –empezando por la misma vida– no nos pertenecen en propiedad y hemos de saber administrar con sensatez según el querer de Dios. Sólo con sentido de eternidad podemos administrar rectamente. Sólo a la luz de los bienes del cielo –los definitivos y eternos– podemos valorar y usar justamente los de la tierra.
Sábado XVIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Si dijéramos que carecemos en absoluto de justicia, carecemos también de fe; y si no tenemos fe, ni siquiera somos cristianos. Si tenemos fe, algo de justicia poseemos. ¿Quieres conoces la medida de ese algo? El justo vive por la fe… puesto que cree lo que no ve.
La Transfiguración del Señor, fiesta (6 de Agosto) – Homilías
Fiesta de la Transfiguración de Señor. Cristo Jesús, el Unigénito amado del Eterno Padre, manifestó su gloria ante sus santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan con el testimonio de la Ley y los Profetas, y así quiso mostrar su majestuosidad, dando a conocer la imagen de Dios, conforme a la cual fue creado el hombre, que, corrompida en Adán, fue renovada por Cristo.
Viernes XVIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
¡Ay de la ciudad sangrienta! Nahúm, contemporáneo de Jeremías, anuncia el final del poder sirio. El profeta es el alegre mensajero que trae la noticia de la salvación, al tiempo que anuncia la ruina de Nínive, la ciudad enemiga. Yavé es realmente el Señor de toda la historia.
Jueves XVIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La antigua alianza, basada en la ley escrita, cederá su puesto a una Alianza nueva, cuya ley estará grabada en los corazones de los fieles. Se trata de la Alianza nueva y eterna que Cristo asegura que se ha realizado en su Sangre, según las palabras del relato de la institución de la Eucaristía.
Miércoles XVIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
El oráculo que constituye el fragmento litúrgico de hoy describe el retorno de los exiliados a la patria. Es un anuncio dirigido a todo Israel. La iniciativa del retorno corresponde al amor gratuito y fiel de Dios, que sale al encuentro del pueblo manifestándole la superabundancia de su ternura. Como en tiempos del Éxodo de Egipto, aunque ahora de un modo todavía más glorioso, YHWH forma la identidad del pueblo, le da la ciudad donde habitar, la tierra para cultivar y conseguir su propio sustento. El efecto que produce un don tan grande es la alegría, expresada aquí con el sonido de los instrumentos y las danzas.
Martes XVIII Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
No obstante la desgracia vaticinada, Dios pronuncia palabras de consuelo, por boca del mismo profeta. La derrota exterior es consecuencia del pecado, pero vendrá la reconstrucción y la alegría. Sigue la Alianza porque Dios es siempre fiel a sus promesas. El mesianismo no ha muerto. No puede morir. Espera la venida del Mesías: Cristo.