El lenguaje enérgico con que nuestro Señor advierte contra la ocasión de pecar no se ha de tomar literalmente: el ojo izquierdo, por ejemplo, supone tanto peligro como el derecho. Las expresiones: «ojo derecho» y «mano derecha» significan evidentemente todo lo que nosotros tenemos de más querido. Si estos constituyen un obstáculo en la senda moral deben ser apartados de nosotros.
junio 2016
Jueves X Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
¡Oh bondad, oh amor que sobrepuja todo razonamiento! El Señor menosprecia su propio honor a trueque de salvar la caridad; con lo que nos hace ver de paso que tampoco sus anteriores amenazas procedían de desamor alguno para con nosotros, ni deseo de castigo, sino de su mismo inmenso amor.
Miércoles X Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
En cuanto a la ley, Cristo no la cumplió de una sola manera, sino de dos, y hasta de tres maneras. Primero, por no haber traspasado ninguno de sus preceptos. El segundo fue haberla cumplido por nosotros. Porque ahí está la maravilla, que no sólo la cumplió Él, sino que nos concedió también a nosotros gracia para cumplirla. Mas si lo examinamos con diligencia, aun hallaremos un tercer modo como Cristo cumplió la ley. ¿Qué modo es éste? La misma ley suya que estaba ahora por proclamar. Porque lo que Él dice no es derogación, sino su perfección y complemento.
Martes X Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Tras haber dicho: Vosotros sois la luz del mundo, añadió: «Nadie enciende una lámpara y la pone bajo el celemín». Cuando dije que vosotros erais luz, quise deciros que erais lámparas. No exultéis llenos de soberbia, para que no se apague la llama. No os pongo bajo el celemín, sino que estaréis en el candelero para que deis luz. ¿Cuál es el candelero para la lámpara? Escuchad cual. Sed lámparas y tendréis vuestro candelero. La cruz de Cristo es el gran candelero. Quien quiera dar luz que no se avergüence del candelero de madera…
Lunes X Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La muchedumbre no tenía otro afán que contemplar milagros; pero los discípulos quieren también oír una enseñanza grande y sublime; lo que, sin duda, movió al Señor a dársela. Escuchemos con toda diligencia sus palabras. Porque fueron sí, pronunciadas para los que las oyeron sobre el monte; pero se consignaron por escrito para cuantos sin excepción habían de venir después.
Mt 10, 7-13: Discurso apostólico – Misión de los Doce (Gratuidad)
«¡Sanad a los enfermos!» (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
Mt 5, 33-37: Discurso evangélico – El perjurio
Entre todas las palabras de la Revelación hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía su Nombre a los que creen en Él; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. «El nombre del Señor es santo». Por eso el hombre no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa (cf Za 2, 17). No lo empleará en sus propias palabras, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.
Mt 5, 27-32: Discurso evangélico – Matrimonio, adulterio, divorcio
El sermón de la montaña un gran cambio precisamente en el campo del ethos . Una moral viva, en el sentido existencial, no se forma solamente con las normas que revisten la forma de los mandamientos, de los preceptos y de las prohibiciones, como en el caso de «no adulterarás». La moral en la que se realiza el sentido mismo del ser hombre —que es, al mismo tiempo, cumplimiento de la ley mediante la «sobreabundancia» de la justicia a través de la vitalidad subjetiva— se forma en la percepción interior de los valores, de la que nace el deber como expresión de la conciencia, como respuesta del propio «yo» personal.
Mt 5, 1-12: Discurso evangélico – Las Bienaventuranzas
Buscáis la dicha, y no está donde la buscáis, corréis, pero fuera del camino. Aquí tenéis el camino que conduce a la felicidad: la pobreza voluntaria por mi causa, éste es el camino. El Reino de los cielos en mí, ésta es la dicha. Corréis mucho pero mal, cuanto más rápidos vais, más os alejáis del término…