«No sabían que era el Señor». Jesús está ahí, con ellos, pero no se han percatado de su presencia cercana y poderosa. ¿No es esto lo que nos ocurre también a nosotros? Cristo camina con nosotros, sale a nuestro encuentro de múltiples maneras, pero nos pasa desapercibido. Ese es nuestro mal de raíz: no descubrir esta presencia que ilumina todo, que da sentido a todo.
marzo 2016
Mc 16, 9-15: Apariciones de Jesús Resucitado y envío en misión
Es evidente que la Virgen es palabra de la escucha, palabra silenciosa, pero también palabra de alabanza, de anuncio, porque en la escucha la Palabra se hace de nuevo carne, y así se transforma en presencia de la grandeza de Dios.
Jn 21,1-14: Tercera aparición de Jesús Resucitado, a orillas del lago de Tiberiades
Como la devoción va unida a una excelente caridad, no sólo nos hace prontos, activos y diligentes en observar los mandamientos, sino que nos empuja a hacer con prontitud y con gusto las buenas obras que nos sea posible aunque no sean obligación sino solamente aconsejadas o inspiradas.
Sábado I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
Lo único importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado. Él es el que actúa por medio de los apóstoles de entonces y de ahora… Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que enseña, vano es nuestro sonido… Os hable Él, pues, interiormente, ya que ningún hombre está allí de maestro.
Viernes I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
Antes que los astros, inmortal e inmenso, Cristo brilla más que el sol sobre todos los seres. Por ello, para nosotros que nacemos en Él, se instaura un día de Luz largo, eterno, que no se acaba: la Pascua maravillosa, prodigio de la virtud divina y obra del poder divino, fiesta verdadera y memorial eterno, impasibilidad que dimana de la Pasión e inmortalidad que fluye de la muerte. Vida que nace de la tumba y curación que brota de la llaga, resurrección que se origina de la caída y ascensión que surge del descanso… Este árbol es para mí una planta de salvación eterna, de él me alimento, de él me sacio. Por sus raíces me enraízo y por sus ramas me extiendo, su rocío me regocija y su espíritu como viento delicioso me fertiliza. A su sombra he alzado mi tienda y huyendo de los grandes calores allí encuentro un abrigo lleno de rocío… Él es en el hambre mi alimento, en la sed mi fuente… Cuando temo a Dios, Él es mi protección; cuando vacilo, mi apoyo; cuando combato, mi premio; y cuando triunfo, mi trofeo…
Jueves I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
Prefirió llevar al cielo las llagas que padeció por nosotros y no quiso borrarlas, a fin de presentarlas a Dios Padre como precio de nuestra libertad.
Miércoles I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
Como no podían ser extraños a la caridad los hombres con quienes la Verdad caminaba, le ofrecen hospitalidad… Ponen pues la mesa, presentan pan y manjares; y en el partir el pan conocen a Dios, a quien en la explicación de la Sagrada Escritura no habían conocido.
Martes I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
Llorando, pues, María se inclinó y miró en el sepulcro. Ciertamente había visto ya vacío el sepulcro, ya había publicado que se habían llevado al Señor. ¿Por qué, pues, vuelve a inclinarse y renovar el deseo de verle? Porque al que ama, no le basta haber mirado una sola vez, porque la fuerza del amor aumenta los deseos de buscar. Y, efectivamente, primero le buscó, y no le encontró; perseveró en buscarle y le encontró. Sucedió que, con la dilación, crecieron sus deseos, y creciendo, consiguió encontrarle.
Lunes I de Pascua (Semana in albis) – Homilías
El Señor liberó a todos los que se hallaban bajo el yugo del pecado. Habiendo sido contado entre los malhechores, él fue quien implantó la justicia. La semilla de los incrédulos se abolió; el luto se cambió en fiestas y el llanto en himnos de gozo. En medio de las tinieblas brilló para nosotros la luz; de un sepulcro surgió la vida y del fondo de los infiernos brotaron la resurrección, la alegría, el gozo y la exultación.
Jn 18, 1—19, 42: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan
El evangelista Juan, aunque estuvo presente, no cuenta nada de la agonía de Jesús en Getsemaní. En cambio, describe con abundancia de detalles el arresto, refiriendo un diálogo que falta en los sinópticos (vv. 4-8). Esta opción da prioridad a una determinada orientación: la de mostrar a Jesús en su «hora», como sujeto de los acontecimientos, como único protagonista (cf. v. 8), consciente y determinado (v. 4), como rey vencedor del pecado y de la muerte ya desde este instante (v. 6). En el capítulo anterior, el 17, encontramos la clave de lectura de este fragmento, concretamente en el pasaje donde Jesús reconoce que la «hora» tan esperada ya ha llegado (17,1) y que se trata de la «hora» de la glorificación: «Ahora, pues, Padre, glorifícame con aquella gloria que ya compartía contigo antes de que el mundo existiera» (17,5).