Y ¿qué decir de la pregunta sobre el amor verdadero, cuando meditamos las palabras del Señor: “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo“? (ib.). Sí. En este pan, el pan eucarístico, está encerrado el ofrecimiento salvífico de la vida, que Cristo inmoló para la vida del mundo. ¿No surge espontánea la pregunta: “y mi “carne”, es decir, mi humanidad, mi existencia, es para alguien? ¿Está llena de amor a Dios y de caridad hacia el prójimo? O, por el contrario, ¿está aprisionada en el círculo opresor del egoísmo?
agosto 2015
Domingo XX Tiempo Ordinario (B) – Homilías
Dios Padre, que nos ha preparado el alimento, nos invita con insistencia a su banquete: «Venid a comer de mi pan» Dios desea colmarnos de Vida. Las fuerzas del cuerpo se agotan, la vida física decae, pero Cristo nos quiere dar otra vida: «el que come este pan vivirá para siempre». Sólo en la Eucaristía se contiene la vida verdadera y plena, la vida definitiva. Comer a Cristo es sembrar en nosotros la resurrección de nuestro propio cuerpo. Por eso, en la Eucaristía está todo: mientras «los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada». En comer a Cristo consiste la máxima sabiduría. Pero no comerle de cualquier forma, no con rutina o indiferencia, sino con ansia insaciables, con hambre de Dios, llorando de amor.
Mt 17, 14-20: Jesús cura a un epiléptico
Homilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia San Cirilo de Jerusalén, obispo Catequesis bautismales: Catequesis 5, 10-11 : PG 33, 518-519 «Auméntanos la fe» (Lc 17,5) La palabra «fe» es única en cuanto vocablo, pero tiene una doble significación. En efecto, hay un aspecto de la fe que se refiere a los dogmas;… Read more
Mt 16, 24-28: Negarse a sí mismo y cargar la cruz
Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará, y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea. Si contra tu voluntad la llevas, cargas y te la haces más pesada: y sin embargo conviene que sufras. Si desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más grave. Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto puede y hace en la carne flaca, que lo que naturalmente siempre aborrece y huye, lo acometa y acabe con fervor de espíritu. No es según la condición humana llevar la cruz, amar la cruz […]. Si miras a ti, no podrás por ti cosa alguna de éstas: mas si confías en Dios, El te enviará fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la carne. Y no temerás al diablo tu enemigo, si estuvieses armado de fe, y señalado con la cruz de Cristo.
Mc 9, 2-10: La Transfiguración (Mc)
En la cima del Tabor, durante unos instantes, Cristo levanta el velo que oculta el resplandor de su divinidad y se manifiesta a los testigos elegidos como es realmente, el Hijo de Dios. «el esplendor de la gloria del Padre y la imagen de su substancia» (cf. Heb 1, 5); pero al mismo tiempo desvela el destino trascendente de nuestra naturaleza humana que El ha tomado para salvarnos, destinada también ésta (por haber sido redimida por su sacrificio de amor irrevocable) a participar en la plenitud de la vida, en la «herencia de los santos en la luz» (Col 1, 12).
Ese cuerpo que se transfigura ante los ojos atónitos de los Apóstoles es el cuerpo de Cristo nuestro hermano, pero es también nuestro cuerpo destinado a la gloria; la luz que le inunda es y será también nuestra parte de herencia y de esplendor.
Mt 15, 21-28: Jesús cura la hija de una mujer cananea
Esta Cananea pagana no necesita para ella más curación, ya que confiesa a Cristo como el Señor e Hijo de David, pero ella pide ayuda para su hija, es decir para la muchedumbre pagana, prisionera por la dominación de espíritus impuros.
Mt 14, 22-36: Jesús camina sobre las aguas
Homilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia Orígenes, presbítero Comentario: Jesús nos invita a embarcarnos Comentario al evangelio de Mateo, Libro 11, cap. 5-6 : PG 13, 913; SC 162 «Les apremió para que se adelantaran a la otra orilla» (Mt 14,22) «Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y… Read more
Mt 14, 13-21: Primera multiplicación de los panes
Nuestras comunidades, cuando celebran la Eucaristía, han de ser cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse « pan partido » para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. Pensando en la multiplicación de los panes y los peces, hemos de reconocer que Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a comprometerse en primera persona: « dadles vosotros de comer » (Mt 14,16). En verdad, la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo.
Domingo XIX Tiempo Ordinario (B) – Homilías
La incredulidad, respecto de la Eucaristía, no proviene nunca de la evidencia de las razones que se puedan aducir contra este misterio. Cuando uno se engolfa torpemente en sus negocios temporales, la fe se adormece y Dios es olvidado. Pero que la gracia le despierte, que le despierte una simple gracia de arrepentimiento, y sus primeros pasos se dirigirán instintivamente a la Eucaristía.
Esa incredulidad puede provenir también de las pasiones que dominan el corazón. La pasión, cuando quiere reinar, es cruel. Cuando ha satisfecho su deseo, despreciada y combatida, niega. Preguntad a uno de esos desgraciados desde cuando no cree en la Eucaristía y, remontando hasta el origen de su incredulidad, se verá siempre una debilidad, una pasión mal reprimida, a las cuales no se tuvo valor de resistir.
Mt 14, 1-12: Muerte de Juan el Bautista
No perdió la cabeza Juan Bautista, su cabeza era Cristo. La perdió el poderoso quien cegado por la ilusión de un poder infinito termina siendo esclavo de su propia concupiscencia y se decapita, sin saberlo, ante la danza de una mujer. Hoy día, todo el que quiera vivir un cristianismo coherente, tendrá que aceptar «perder la cabeza», ante los ojos del mundo.