El cuarto domingo nos sitúa ante la fascinación irresistible de la palabra de Jesús (1,21-28). Es una palabra como la de Yahvé: eficaz, que «dice y hace»; tiene, sobre todo, poder y autoridad, que se manifiesta expulsando a los demonios con la sola palabra. Por eso no es sólo un profeta, sino el profeta que habla en nombre de Dios hasta el punto de que Dios pide cuentas al que no le escucha (1ª lectura: Dt 18,15-20). Demuestra así con los hechos que es real su proclamación de que ha llegado el Reino de Dios (1,15).
enero 2015
Mc 3, 20-21: Sus parientes le buscan
También entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar. Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, manteniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana. Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a mantener la mirada bien fija en Jesús y a seguirle siempre, incluso cuando cuesta.
Domingo III Tiempo Ordinario (B) – Homilías
Este domingo comienza la lectura semicontinua del Evangelio según san Marcos, propio del año B. En Galilea Jesús proclama por vez primera lo esencial de su mensaje: la llegada del Reino de Dios y la necesidad de convertirse. A orillas de lago de Genesaret llama a los que habrían de ser los primeros testigos de este mensaje de salvación. En la primera lectura vemos ya actuando con fuerza esta Palabra, que puede ser creída sin necesidad de signos prodigiosos, gracias al don de la fe, como ocurrió en Nínive con la predicación de Jonás invitando a la penitencia. En la segunda lectura san Pablo responde a la pregunta sobre la conveniencia del matrimonio, situándolo en el contexto de provisionalidad (sin menospreciarlo) de cara a lo fundamental que es la salvación eterna, salvación que nos puede llegar aquí y ahora, si recibimos la gracia que Cristo nos trae: vivir una vida nueva (Colecta y Post-Comunión).
Domingo II Tiempo Ordinario (B) – Homilías
Las lecturas de hoy se centran en tres aspectos del encuentro con el Señor: llamada, encuentro y seguimiento. La llamada: Dios llama a Samuel en el silencio de la noche (1 Lect.). Dos discípulos de Juan se encuentran con Jesús y se convierten en intermediarios para que otros le encuentren y le sigan también (Ev.). Pablo da pista de por dónde ha de ir la respuesta a la llamada. Recuerda que nuestros cuerpos son miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo, y como tales nos hemos de comportar sin profanar el templo (2 Lect.).
Mc 1, 21-28: Curación del endemoniado de Cafarnaúm
Cafarnaúm en sentido místico significa granja de consuelo, y sábado descanso. Así, pues, el hombre con el espíritu inmundo queda sano con el descanso y el consuelo, de modo que el lugar y el tiempo convienen a la salvación. El hombre con el espíritu impuro es el género humano, en el cual reinó la impureza desde Adán hasta Moisés, porque sin ley pecaron, y sin ley perecieron (Rom 2). Se manda callar al que conoce al Santo de Dios, porque los que conocieron verdaderamente a Dios no lo glorificaron como a Dios, sino que sirvieron más bien a la creatura que al Creador (Rom 1). El espíritu que atormentaba al hombre salió de él. Acercándose la salvación, se acercó también la tentación. El faraón, que habría de dejar ir a Israel, persigue a Israel (Ex 14). El diablo menospreciado se alza para hacer caer.
Mc 1, 14-20: Dejaron sus redes y le siguieron
Lo deja todo el que no guarda nada para sí. Lo deja todo el que, sin reservarse nada para sí, abandona lo poco que posee. Nosotros, por el contrario, nos quedamos atados a lo que tenemos, y buscamos ávidamente lo que no tenemos. Pedro y Andrés pues, abandonaron mucho al renunciar los dos al mero deseo de poseer. Abandonaron mucho puesto que, renunciando a sus bienes, renunciaron también a sus ambiciones.
Homilías Fiesta del Bautismo del Señor (B)
En el Bautismo, Jesús asciende de las aguas; pues se lleva consigo hacia lo alto al mundo, y mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado el paraíso con la espada de fuego.
Homilías Epifanía del Señor (6 de enero)
El acontecimiento que san Mateo nos narra no es un breve episodio intrascendente, que se concluye con el regreso apresurado de los Magos a sus tierras. Al contrario, es un comienzo. Esos personajes procedentes de Oriente no son los últimos, sino los primeros de la gran procesión de aquellos que, a lo largo de todas las épocas de la historia, saben reconocer el mensaje de la estrella, saben avanzar por los caminos indicados por la Sagrada Escritura y saben encontrar, así, a Aquel que aparentemente es débil y frágil, pero que en cambio puede dar la alegría más grande y más profunda al corazón del hombre.
Homilías Domingo II de Navidad
Dios está cerca de nosotros. Dios no nos salva desde lejos sino que se hace nuestro compañero de camino. Tampoco nos salva, sacándonos de nuestro propio entorno vital. Nos salva en este mundo y en nuestra historia. Las tres lecturas convergen hacia un único anuncio: Dios está cerca de nosotros. La sabiduría desde el principio habitó en medio del pueblo de Dios (1 Lect.). La Palabra de Dios, la Sabiduría, plantó su tienda entre nosotros (Ev.). Dios nos ha hecho sus hijos adoptivos para alabanza de la gloria de su gracia (2 Lect.).