La liturgia de hoy contempla, como en un mosaico, varios hechos y realidades mesiánicas, pero la atención se concentra de modo especial en María, Madre de Dios. Ocho días después del nacimiento de Jesús recordamos a su Madre, la Theotókos, la «Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos» (Antífona de entrada). La liturgia medita hoy en el Verbo hecho hombre y repite que nació de la Virgen. Reflexiona sobre la circuncisión de Jesús como rito de agregación a la comunidad, y contempla a Dios que dio a su Hijo unigénito como cabeza del «pueblo nuevo» por medio de María. Recuerda el nombre que dio al Mesías y lo escucha pronunciado con tierna dulzura por su Madre. Invoca para el mundo la paz, la paz de Cristo, y lo hace a través de María, mediadora y cooperadora de Cristo.
diciembre 2014
Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret (B) – Homilías
La Familia de Nazaret nos enseña en primer lugar el silencio. Ojalá se renovara en nosotros el amor al silencio, esta admirable e indispensable atmósfera del espíritu, tan necesaria para nosotros, que estamos aturdidos por tantos ruidos, rumores y voces estridentes en la agitada y tumultuosa vida de nuestro tiempo. Silencio de Nazaret, enséñanos a ser perseverantes en las buenas decisiones, atentos a la vida interior, listos para secundar las inspiraciones secretas de Dios y las exhortaciones de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente preparación, del estudio, de la meditación, de la vida interior, de la oración que sólo Dios ve en lo secreto.
San Esteban, protomártir (26 de diciembre) – Homilías
Fiesta de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que lo veía sentado en la gloria a la derecha del Padre, siendo lapidado mientras oraba por los perseguidores (s. I)
Domingo IV Tiempo de Adviento (B) – Homilías
Estamos ya en vísperas de la Navidad. La liturgia de este Domingo IV de Adviento nos evoca los momentos previos al nacimiento del Mesías. En el Evangelio leemos el anuncio de la Buena Noticia de parte del arcángel Gabriel a la virgen María. Acogiendo esta buena noticia María viene a ser, de generación en generación, la buena tierra de la que brota el Salvador. Pero este anuncio no se detiene aquí, Dios no cesa de enviar mensajeros por todo el mundo para invitar a cada hombre a acoger a su Hijo, a llevarlo, a concebirlo cada día a través de una vida en santidad. Por eso María es figura de todo cristiano.
Mt 1, 18-24: Concepción virginal de Jesús
El ángel no sólo defiende a la Virgen de toda cohabitación carnal, sino que le hace ver a José que su Esposa ha concebido por obra sobrenatural. Con lo cual, además de hacerle deponer todo temor, le infunde alegría diciéndole: «Porque lo que en ella ha nacido es del Espíritu Santo».
Mt 1, 1-17: Genealogía de Jesús (Mt)
La genealogía de Mt, aunque nombra a varias mujeres extranjeras, se limita a la ascendencia israelita de Cristo, vinculándole a los principales depositarios de las promesas mesiánicas: Abraham y David y a los descendientes reales de éste ultimo. Mt distribuye a los antepasados de Cristo en tres series de 2 veces 7 nombres. La lista termina con José (como en Lc). A pesar que que José es sólo padre legal de Jesús, a los ojos de los antiguos, la paternidad legal (por adopción, levirato, etc.) bastaba para conferir todos los derechos hereditarios, aquí los del linaje davídico. Esto no excluye que María también haya pertenecido a ese linaje, aun cuando los evangelistas no lo digan.
Domingo III Tiempo de Adviento (B) – Homilías
La antífona de entrada «Estad siempre alegres», marca la tónica dominante de este tercer Domingo de Adviento,llamado Gaudete (gozo). El motivo de esta alegría no es otro que la cercanía del Señor. Es incluso algo más que cercanía porque en Aquel que está en medio de nosotros Dios se hace uno de nosotros. Se hace hombre para hacer brotar la justicia (1ª lectura). Es motivo más que suficiente para unirnos a María y proclamar a través del cántico de una vida nueva la grandeza del Señor (Sal). Por si no nos hemos enterado, san Pablo nos lo repite de nuevo: «Estad siempre alegres». Pero esta alegría no es dispersión en medio de ambientes festivos mundanos, sino oración, escucha atenta, guardando encendida la llama del espíritu y con los ojos bien abiertos para ver la promesa cumplida (2ª lectura). Juan Bautista aparece de nuevo en el Evangelio en un contexto lleno de preguntas. Todo aquel que se presente como «enviado» tiene que dar testimonio primero sobre sí mismo y en último término sobre Aquel que lo envía. Como todo enviado auténtico Juan nos dice hoy que han llegado los tiempos del Mesías. Estamos llamados a acoger su venida limpios de todo pecado.
Jn 1, 6-8. 19-28: Juan el Bautista, precursor del Mesías
Juan el Bautista es una figura fundamental en el camino de preparación para la venida del Señor. Él nos indica el Camino para que la venida del Señor produzca en nosotros los efectos de una vida totalmente renovada. Escuchemos la voz que clama en el desierto.
Rut la moabita: tu pueblo será mi pueblo
Rut nos deja un mensaje perenne: quien confía en Dios no queda defraudado. Dios no hace acepción de personas y no rechaza a quienes se acercan a él con sincero corazón. Esta mujer extranjera, sin formar parte del «pueblo elegido» se inscribe en la descendencia del salvador, viniendo a ser la bisabuela de David. ¡Cristo vino para ofrecer su luz y su salvación a todos los hombres!
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María (8 de diciembre) – Homilías
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, que, realmente llena de gracia y bendita entre las mujeres en previsión del Nacimiento y de la Muerte salvífica del Hijo de Dios, desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original, por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida el año 1854 por el papa Pío IX como verdad dogmática recibida por antigua tradición.