La parábola de los viñadores homicidas pone al descubierto la mala disposición de los jefes de Israel, reacios desde antiguo a convertirse obedeciedo a los profetas y, últimamente a Cristo. Su deformación moral venía de creerse dueños de la religión y del pueblo elegido, la viña escogida de Dios, como dice Isaías en la primera lectura. Somos el nuevo Israel, no caigamos en la misma situación de soberbia espiritual, no nos creamos dueños, y que Dios nos conceda las gracias necesarias para dar los frutos que esta generación está esperando. Esta será la mejor forma de responder a su amor inefable.
octubre 2014
Lc 9, 57-62: Disposiciones para el seguimiento
«Deja que los muertos entierren a sus muertos». Es decir, había otros en su familia que podrían desempeñar estos deberes; pero me parece que muertos, porque no habían creído aun en Cristo. Aprende de ahí que la piedad para con Dios debe ser preferida al amor de los padres, a quienes reverenciamos, porque por ellos hemos sido engendrados. Pero Dios nos ha dado la existencia a todos cuando no éramos todavía, mientras que nuestros padres sólo son los instrumentos de nuestra entrada a la vida.