Les enseñó, pues, que cuando anunciasen la celestial doctrina, debían estar llenos de paciencia y mansedumbre, no demostrarse hostiles, ni iracundos, ni vengativos contra sus perseguidores. Pero aún no estaban dispuestos para ello, e incitados por un celo indiscreto, querían que bajase fuego del cielo sobre ellos.
septiembre 2014
Domingo XXVI Tiempo Ordinario (A)
Hay pasados que pesan, que condicionan muchas vidas… y pensamientos que no vienen de Dios, que nos dictan que no es posible un cambio… «siempre será igual, no hay solución». La Buena Noticia de hoy nos dice lo contrario: Dios ejerce eternamente una misericordia que espera. Si hoy estamos lejos de Dios, ojalá que esa situación no se prolongue más, que recapacitemos y obedezcamos a la Palabra recibida de la parte de Dios. Dejemos que el Espíritu nos vaya conformando hasta llegar a tener los mismos sentimientos de Jesús. No es una utopía, es posible… por pesado que sea nuestro pasado o nuestro presente. ¡No prolonguemos eternamente el pecado y vivamos en cambio de la eterna misericordia de Dios!
Domingo XXV Tiempo Ordinario (A)
Las palabras de hoy hacen pensar en la gratuidad del amor. Dios no es un calculador miserable que quiere entrar en una relación de intercambio para sacar provecho de ella. Hoy estamos muy acostumbrados a esas relaciones «comerciales» en ámbitos donde debería reinar la gratuidad más absoluta. ¿Por qué sucede esto? Porque nuestros pensamientos, nuestros planes, nuestros caminos, nuestra lógica… están lejos de Dios. La lógica que Dios quiere aplicar en la relación con nosotros es aquella de la gratuidad del amor. Ojalá podamos vivir de ella, y ponerla en práctica con los demás.
Mt 20, 1-16: Parábola de los obreros de la viña
«¿No te ajustaste conmigo en un denario?» Da a todos un denario, recompensa de todos, porque a todos será igualmente dada la misma vida eterna. Habrá en la vida eterna, en la casa del Padre, muchas moradas y resaltará en ellas, de un modo diferente, el brillo de los méritos de cada uno. El denario, que es el mismo para todos, significa, que todos vivirán el mismo tiempo en el cielo y la diferencia de mansiones, indica la gloria distinta de los santos.