Tomando su mano: porque aquella mano estaba llena de sangre, la tomó el señor y la purificó. Tomó su mano, mano de ciego, él que es camino y guía, y lo sacó fuera de la aldea… Hermosamente escribió el evangelista: levantando los ojos: el que, mientras era ciego, miraba hacia abajo, miró hacia arriba y fue sanado.
febrero 2014
Mc 8, 14-21: La levadura de los fariseos y de Herodes
La levadura de los fariseos es el posponer los decretos de la ley divina a las tradiciones de los hombres; predicar la ley con las palabras, e impugnarla con los hechos; tentar al Señor y no creer en su doctrina ni en sus obras. La levadura de Herodes es el adulterio, el homicidio, la temeridad del juramento, la hipocresía y el odio a Cristo y a su precursor.
Mc 8, 11-13 : Los fariseos piden una señal del cielo
No debía obrarse un prodigio del cielo para la generación de los que tentaban al Señor. Pero se manifestará ese prodigio a la de los que buscan al Señor, cuando suba al cielo a vista de sus apóstoles.
Mc 8 ,1-10: Segunda multiplicación de los panes
Jesús, voluntariamente, rompió, ofreció su carne rota por el sufrimiento. Es ahí que «rompió la fuerza del arco» (Sal 75,4), «rompió las cabezas del dragón» (Sal 73,14), a todos sus enemigos en su cólera. Ahí rompió, en cierta manera, las tablas de la primera alianza, a fin de que nosotros no estuviéramos ya bajo la Ley. Es allí que rompió el yugo de nuestra cautividad. Rompió todo lo que nos rompía para reparar en nosotros todo lo estaba roto y para «dejar libres a los oprimidos» (Is 58,6). En efecto, estábamos «cautivos de hierros y miserias» (Sal 106,10). Buen Jesús, todavía hoy, aunque hayas roto la cólera, partido el pan para nosotros, pobres mendigos, seguimos teniendo hambre. Parte, pues, cada día este pan para los que tienen hambre. Porque hoy y todos los días recogeremos algunas migajas, y cada día de nuevo tendremos necesidad de nuestro pan cotidiano.
1 Cor 2, 6-10: Sabiduría del mundo – Sabiduría cristiana
La “Sabiduría de Dios” es identificada con el Señor de la gloria que ha sido crucificado. En la cruz y en la resurrección de Jesús se revela, pues, en todo su esplendor, el designio misericordioso de Dios, que ama y perdona al hombre hasta el punto de convertirlo en criatura nueva.
Si 15, 15-20: La libertad humana
Las tentaciones se pueden vencer y los pecados se pueden evitar porque, junto con los mandamientos, el Señor nos da la posibilidad de observarlos.
Domingo VI Tiempo Ordinario (A) – Homilías
En este sexto domingo del tiempo ordinario la liturgia habla del cumplimiento de la ley por parte de Cristo. Él afirma que no ha venido a abolir la ley antigua, sino a darle plenitud. Con el envío del Espíritu Santo, grabará la ley en el corazón de los creyentes. Con ese espíritu se podrá aceptar la ley no como orden externa, sino como opción interior. La ley promulgada por Cristo es, por tanto, una ley de «santidad», es la ley suprema del amor.
Mc 7, 31-37: Jesús cura a un tartamudo sordo
“Apartándole de la gente…” Porque siempre el que merece ser curado es conducido lejos de los pensamientos turbulentos, de las acciones desordenadas y de las palabras corrompidas. Los dedos que se ponen sobre los oídos son las palabras y los dones del Espíritu Santo, de quien se ha dicho: “El dedo de Dios está aquí” (Ex 8,19). La saliva es la divina sabiduría, que abre los labios del género humano para que diga: Creo en Dios, Padre omnipotente, y lo demás. Gimió mirando al cielo, así nos enseñó a gemir y a hacer subir hasta el cielo los tesoros de nuestro corazón; porque por el gemido de la compunción interior se purifica la alegría frívola de la carne. Se abren los oídos a los himnos, a los cánticos y a los salmos. Desata el Señor la lengua, para que pronuncie la buena palabra, lo que no pueden impedir las amenazas ni los azotes.
Mc 7, 24-30: Jesús cura a la hija de una sirofenicia
Esta mujer pagana que ruega por su hija, es nuestra madre la Iglesia, y el pueblo de occidente -nacido bajo el poder del demonio y de la barbarie- de perro que era, se convierte en oveja, puesto que desea tomar, no el pan partido de la letra, sino las migajas de la inteligencia espiritual.
Mc 7, 14-23: Sobre lo puro y lo impuro
Los alimentos no hacen impuros a los hombres, sino la malicia, que es la causa de las pasiones procedentes del interior.